Primero la gente

No, no sé qué haría si hubiera gastado 44k millones de dólares en comprar una compañía deficitaria.

Es algo que nunca haré, así que, como nos enseñaron los griegos, todo lo que digamos tras ese “y si…” es falso. Nunca tendremos oportunidad de comprobarlo.

Podría desmantelarlo todo y usar las oficinas como aseos públicos, como sugerirían Faemino y Cansado.

O intentar reflotarla.

O despedir a 3.000 personas.

Pero, si tuviera que hacerlo, ¿cómo sería?

Te aseguro que no mediante esta lista de correo.

¿Te imaginas?

En mi vida he visto desastres de comunicación corporativa.

Ideas que, sobre el papel, seguro que parecen hasta sensatas.

Comunicaciones acerca de reducciones salariales que se hacen colgando un video para que todo el mundo consuma la información, por ejemplo.

O empresas que te piden que tomes vacaciones porque no hay proyectos a la vista, y tú sabes que ni los hay ahora ni en dos semanas. Cuando no las tomas, te envían un burofax directamente.

No sé si alguna vez has recibido un burofax.

No suelen incluir buenas noticias.

Empresas que permiten rumores acerca de despidos masivos durante meses, sin hacer nada para aclarar el tema.

En fin, si alguna vez te ves en la tesitura de tener que dar una mala noticia, igual te sirve lo que yo aplico.

Primero, la gente.

Ocuparte y preocuparte de la persona.

Luego, todo lo demás.

Jorge

Si solo te gustan las buenas noticias, no te apuntes a

Las mejores herramientas de gestión de riesgos

Una de las tareas más complejas que ha desarrollado la humanidad a lo largo de sus siglos de historia, es la gestión de riesgos.

Es compleja, porque supone anticipar qué puede ir mal. Y tú sabes que lo que acaba yendo mal, es lo que ni sabías que existía.

Una historia de terror: antes del 11-S, los servicios de inteligencia de EEUU temían que algún país extranjero o grupo criminal pudiera cometer un atentado en el país.

Las hipótesis incluían ataques con bombas sucias, agentes biológicos, misiles, satélites orbitales, toxinas químicas…

Lo que nadie esperaba era que cuatro mataos con el apoyo de un multimillonario fueran capaces de aprender los rudimentos del pilotaje, secuestraran cuatro aeronaves comerciales las lanzaran contra edificios emblemáticos del país.

Esto se denomina en el argot con el término cisne negro.

El origen de la expresión es curiosa: hasta que los europeos no llegaron a Australia, se pensaba que sólo existían cisnes blancos.

Hoy en día diríamos ¡zasca! Bueno, hoy en día igual no, a lo mejor hace cuatro o cinco años, hoy diríamos ¡buuum!

Me parece más bonita la historia del cisne negro.

Sigamos con la gestión de riesgos.

Tras cagarla estrepitosamente en la prevención del terrorismo, las agencias de EEUU invirtieron en gestión de riesgos.

Lo que significa que pusieron a tíos y tías muy listos a pensar. Pensar maneras de hacer el mal.

Por ejemplo, tú en un vehículo conectado a internet ves seguridad, aviso a los servicios de emergencia en caso de accidente, optimización de la ruta a seguir…

Pues esta gente, ve un hackeo, la posibilidad de acelerar un vehículo de manera remota cerca de una sede gubernamental.

Tú ves que al darle al botón, se enciende la luz.

Ellos ven un sistema capaz de colapsar por un hackeo de Corea del Norte.

Tú ves unos cordones de zapatos.

Ellos, un arma letal capaz de matar por asfixia.

No sé a ti.

A mí, me agobiaría vivir así.

Una cosa sobre los riesgos y los cisnes negros.

No se pueden evitar.

Díselo a los denisovanos o los neandhertales, que desaparecieron vaya usted a saber por qué.

A Felipe II y su Armada Invencible.

A la Covid.

A los empleados de Twitter que han sido despedidos ayer.

Entonces, ¿qué hacemos?

Amigo líder, querida lideresa:

Diversificar el riesgo. Limitar el daño. Estar preparado apra lo imposible.

Y eso, ¿cómo se hace?

Dos elementos: 1) sentido común. 2) repetición.

Exponte. Repite.

Buen finde.

Jorge
Chungo el curro de algunos, eh? Oye Mike, ¿te vienes de barbacoa este finde? Joder Jonas, ¿de barbacoa? ¿No puede ser una sesión tranquila en un bunker bajo tierra?
Oye, ¿alguna vez te ha hecho ¡buuum! una situación en plena cara? Apuesto a que sí. ¿A que adivino cómo la resolviste?

Pásate por aquí para tener una ración de esto cada día cómodamente en tu correo

Ríete tú de los trabajos

Es viernes y toca ver la vida con algo de humor. Acabo de realizar un experimento científico de gran rigor: he googleado beneficios de la risa.

Los resultados ofrecidos, de fuentes tan fiables como doctoraki.com, sabervivirtv.com o 20minutos.com, son claros, la risa es la leche.

Pero esas eruditas fuentes no eran suficiente para mí, así que he profundizado más, asomándome a los resquicios de la darkweb y he llegado a la web de la Clínica Mayo, que remata su artículo sobre el tema con un párrafo con un encabezado inapelable: la risa es la mejor medicina.

Voy a reproducir un par de párrafos del artículo, lo primero es porque así me ahorro escribir, lo segundo porque me parece todo de un nivel…

  • Estimula muchos órganos. La risa mejora la toma de aire con alto contenido de oxígeno, estimula el corazón, los pulmones y los músculos, y aumenta las endorfinas que se liberan en el cerebro.
  • Activa y reduce la respuesta al estrés. La risa desenfrenada enardece los ánimos y luego reduce tu respuesta al estrés, y puede aumentar y luego disminuir la frecuencia cardíaca y la presión arterial. ¿El resultado? Una sensación agradable y relajada.

A ver, a ver, a ver.

¿Cómo que estimula muchos órganos? Que sois una publicación seria… ¿Cuántos órganos tengo yo? Porque pensaba que se podían contar con los dedos de la mano.

Y luego lo de enardecer los ánimos…

Claro, entonces te das cuenta de que el texto ha sido creado precisamente para producir la risa en el lector, otra explicación no le encuentro.

El caso es que mi búsqueda ha sido productiva, todas las webs serias y sesudas antes citadas coinciden, reír es bueno.

Así que yo, intento reírme mucho.

Y que te rías conmigo, claro.

Afortunadamente nuestra selva enmoquetada está llena de personajes histriónicos, incoherentes o, simplemente analfabetos emocionales que llenan la agenda diaria de situaciones absurdas, hilarantes o, simplemente, surrealistas.

Gente que te recuerda que, a nada que te esfuerces un poco, te abstraigas de ese entorno y mires con un poco de perspectiva, dejes de reír los chistes sin gracia de alguno y generes tus propias sonrisas en otros, estás en el camino del éxito.

Lee el último párrafo tranquilamente de nuevo, anda: tiene más chicha de la que parece.

Generar tus propias sonrisas en otros, requiere esfuerzo, cariño, preocupación, empatía.

Hoy sal ahí fuera y consigue sonrisas.

Jorge

Ayer publiqué en LinkedIn, una red seria y profesional, un mensaje escrito en 30 segundos diciendo hola, con un gif de un gatito saludando. Pues me han pedido contactar 5 personas que han leído ese mensaje. Esto te debería haber hecho gracia y dado motivos para la reflexión, todo en uno.

Si quieres más de esto cada día, vente a mi mundo

Cuento de Navidad

Si en esas entrañables fiestas te visitaran tres fantasmas, ya sabes, para ser coherentes con el cuento, el de las empresas pasadas, el de la empresa actual y el de la futura, ¿qué te mostrarían?

Probablemente, el primero te enseñaría a un pequeño líder, dando sus primeros pasitos, tragando paletadas de chorradas.

Tú, lo mirarías desde lejos, compadeciéndote o enfadándote, probablemente un poco de ambas.

Pensando, ¿cómo era tan ingenuo?

Quizá viendo una situación desde un ángulo completamente nuevo.

Pensando, esto no lo hubiera hecho así, esto no lo hubiera dicho así, ese finde me volvía a quedar a currar, mis coj***.

Confirmando cosas. Anda, mira esta, iba de mosquita muerta pero me la clavó por la espalda pero bien.

Ese era un capullo entonces y hoy es nueve planetas enteros llenos de capullos.

Ey, ¿qué habrá sido de estos? Qué majetes (no todo va a ser odio y rencor en tu corazón, por favor, afloja).

Sería un viaje, en el fondo, lleno de nostalgia. No me engañas, volvías otra vez sin pensártelo, aunque solo fuera por el pelazo que gastabas, la tersura de tu piel o la ausencia de grasa en partes que no quieres confesar.

Pero, amigo, todo viaje llega a su fin.

Por allá se acerca, es el fantasma del presente.

Este te mostraría tu vida desde ángulos insospechados. Qué piensa de ti tu equipo, tu responsable, tus clientes. ¿Qué dirían?

Pues apuesto a que cosas que ni sospechas. Buenas, en general.

Te mostrarían que te valoran tu trabajo más de lo que te lo reconocen. Que te podrían pagar más, o menos, o lo mismo.

Que les gusta estar a tu lado.

Ahora te arrepientes de haber echado pestes de todos los que has revisitado en tu viaje al pasado.

Pero, de nuevo, esto se acaba.

Llega el fantasma del futuro. Te he engañado, no te va a enseñar tu próxima empresa. No.

Te va a mostrar el día en el que dejes este plano astral y vayas, yo que sé, al cielo, al infierno, a encontrarte con Jesús Gil, vaya usted a saber qué hay al otro lado.

Ese día, estás pensando en las cosas que hiciste en tu vida.

No aparece el informe de cierre de trimestre.

Ni rastro de aquella semana que trabajaste hasta las dos de la mañana todas las noches.

¿Tu primer Comité de Dirección? Ni está, ni se le espera.

¿Aquel ascenso tan deseado? Ñeeeee.

Quizá recuerdes a algún compañero. Alguna anécdota alrededor de la máquina de café, cae fijo.

Esa cena de navidad en la que te pusiste un poco jarolo, puede que salga.

Un compañero de trabajo que se convirtió en amigo.

Ese colega que te gustaba más de lo que te atreviste jamás a reconocer.

Eso sí estará.

Sabes que va a ser así.

No sé por qué estas cosas no las tenemos en cuenta en las puñeteras evaluaciones. ¿Qué tal el año?

Pues mira, ayudé a muchos compis, hice amigos, discutí, pero lo arreglamos, creo que me llevo recuerdos estupendos este año.

Estupendo, hasta el año que viene, sigue atesorando vida.

Atesora toda la vida que puedas.

Hoy, mañana y siempre.

Jorge

Bueno, no todo va a ser dar tortas como panes, ¿no? También hay cabida para el rollo motivacional.
Este me ha quedado para compartir en LinkedIn, por ejemplo. Pero no lo voy a hacer, el que quiera estos correos, que venga a buscarlos. Ya sabes, pásaselo a un coleguita y le dices que se inscriba abajo.

¿Qué nos ocurre en el futuro? ¿Nos volvemos gilipollas, o algo parecido?

Si has reconocido esta frase nada más leerla, bien por ti, eres de los frikis.

Si no caes, te doy una pista. La frase viene precedida de esta: “un momento, Doc”.

¿Ya lo tienes?

Venga, va, es la frase que Marty McFly dice al final de Regreso al Futuro, precisamente cuando Doc le dice que tienen que volver al futuro (igual el título viene de ahí).

Hace unos meses, publiqué esto en LinkedIn. Lo reproduzco porque no lo leerías. O no lo recuerdas. Para ti:


Al ascender en el organigrama corporativo, ¿nos volvemos idiotas o ya lo traíamos de serie? 🙄
Todos hemos conocido a gente que, conforme ascendía en su carrera profesional, ha ido volviéndose un poco… como dice Marty McFly.
❌Gente que deja de hablar con «los de abajo».
❌Personas que te conocen de años y te dan feedback como el que reprende a un niño pequeño.
❌Ex-compañeros al ascender te piden sobreesfuerzos inasumibles.
❌Colegas que se vuelven defensores a ultranza de mensajes corporativos que sabes que no compartían hace dos días.
Ves por dónde voy.
No digo que esto sea generalizado, pero sí que todos nos hemos topado con gente así… incluso nos hemos comportado así. Yo, levanto la mano: a veces he sido un poco gilip*lls. Y lo lamento mucho.


Ese post recibió una respuesta de una persona estudiosa del tema que me aclaró que cuando ascendemos, segregamos más testosterona. Seas hombre o mujer, segregas testosterona, que baja los niveles de oxitocina, ya sabes, la droga del amor.

Bueno, la hormona, seamos exactos.

Yo, dudaba.

Dudaba, no de que haya directivos y managers que son analfabetos emocionales. Hay cretinos integrales al frente de las decisiones estratégicas de las compañías. O al cargo de equipos. Esun hecho.

Sé que hay gilipollas en cargos relevantes porque he visto a gente liquidar conversaciones serias y delicadas en 15 minutos, sin explicaciones sinceras y adornando el discurso con palabras que son un homenaje a todos los lugares comunes corporativos.

Ya sabes.

Contamos contigo.

Todos tenemos puntos de mejora.

Te quiero como amigo.

En fin.

Que me distraigo.

Te decía que dudaba, porque creo que el incremento de la testosterona no lo explica todo. Hay algo más.

Pues hay un libro que se llama Assholes: a theory. Lo escribió Aaron James y terminó rodándose un documental sobre el libro hace un par de años.

Extraigo un ejemplo del documental que ilustra mi teoría.

Mi teoría (que no te la he contado todavía) es que, gilipollas, hay en todas partes. Pero hay organizaciones que permiten y alientan que asciendan los idiotas. Los que van avasallando.

Ojo.

Que permiten y fomentan estos comportamientos antisociales.

Ya sabes, cosas como atribuirse el mérito. Realizar exigencias absurdas, solo para demostrar quién manda. Ver la paja en el ojo ajeno.

Resulta que la película habla de una firma que se llama Baird. Y no tolera gilipollas entre sus empleados.

Igual no te lo crees.

Puedes visitar esta web. El texto que verás si haces click, dice lo siguiente:

“An asshole is anyone who puts themselves before the client or the firm.” And he [the chairman] believed their presence at Baird would undermine the clients-first, collaborative culture that has helped enable great outcomes for those clients, Baird’s associates and the communities they share since 1919.

Vamos, que en Baird no toleran gilipollas, esto es, personas egoístas que anteponen sus intereses a los de los clientes o la compañía, que estos sujetos minan la cultura corporativa. Que esta idea la tenía el presidente de la corporación.

Pero oye, ¿tú que opinas? 

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Cosas que dan mucho miedo (esto te va a gustar)

El post de hoy no tiene ni pies ni cabeza, te lo digo ya. Y, a pesar de todo, apuesto a que el de hoy te va a dejar pensando.

Cosas que dan miedo (en un ambiente profesional, claro, o, ¿qué te crees? ¿Que esto es Tele5?).


La gente que escribe todo el tiempo con bullets.

Especialmente cuando repiten todo el rato el inicio de la frase.

Especialmente cuando ponen puntos al final en una frase, y dejan la siguiente sin punto

Especialmente si utilizan palabras largas, como especialmente


Las evaluaciones de fin de año.

Tener que sentarte delante de un tipo que te evalúa y no te conoce.

Los lugares comunes que te sueltan durante las evaluaciones.

Cuéntame tus puntos de mejora.

Todos tenemos puntos de mejora.

¿Qué objetivos te planteas para el año que viene?

¿Qué tal te encuentras en XXXX?


Esos encuentros inesperados que huelen a podrido.

Ese responsable que no saluda nunca a nadie, saliendo de la nada en un pasillo, cafetería o por la calle, con una sonrisa de oreja a oreja y diciendo “¿nos tomamos un café?”.


Que te hagan partícipe del cambio de estrategia.

Un cambio de estrategia y que alguien decida que es buena idea traer a un externo para co-crearlo.

Sospechar que el cambio ya está decidido y que lo de co-crear ha quedado en una simple cacofonía.

Confirmarlo al ver una presentación con los objetivos ya escritos.


Los que vienen con ideas felices para mejorar el estado del equipo.

Especialmente cuando te dicen que hay que trabajar el engagement.

Los que proponen gamificar algo.

Digitalizar algo.

Transformar algo.

Pero no son capaces de levantar el teléfono y decirle a la gente, hola, ¿cómo estás?


Los que hablan de procesos y no entienden nada.

El tipo que me dijo que una compañía milmillonaria no trabajaba por procesos, sino por resultados, cuando los resultados de su área eran para ir al juzgado.

La que me dijo una vez que, si las métricas eran una mierda, la culpa era de la gente, no del proceso, que el proceso estaba bien definido.

El señor que me contó cómo ejecutaba un proceso y dijo, ahora doy a este botón, el informe se imprime, me levanto y cojo el resultado de la impresora.


Los que te mienten a la cara sobre tu panoja.

Esas personas que dicen: este año, no hay motivos objetivos para tu subida salarial… cuando te has pegado todo el año viajando, sacando adelante proyectos imposibles, haciendo lo tuyo, lo de tu director, lo de los de finanzas y lo de RRHH.

O: este año hay subida solo para unos pocos (y no te toca).

O: este año hemos prorrateado las subidas, sube el salario un poquito para casi todos.

Si alguna vez te han dicho estas cosas… ponte orejeras y no intentes descubrir la verdad, porque igual, escuece.


Amado líder, querida lideresa, así está el patio. Si no coges el mundo por los cuernos y triunfas a tope, con la de incompetencia que hay por ahí, me bajo de la vida.

Ve de frente, cuenta siempre la verdad, no omitas información a no ser que sea imprescindible y cuenta los motivos por la que tienes que omitirla.

No se me ocurre otra fórmula para generar confianza y evitar el pánico.

Jorge.

Mira, ya ves de qué palo va esto. Yo te cuento las cosas sin edulcorar y, de vez en cuando, te enseño el camino hacia la luz.

¿Dejarías a un robot decidir por ti?

No hace falta que me respondas, claro que sí. Ya lo haces. Dejas que un algoritmo te sugiera series o canciones, desde hace años. A otro le dejas que te lleve a casa cada día.

Les permites que seleccionen el correo importante para ti. Que decidan qué es urgente y qué no.

Que te sugieran el menú de mañana. Que te digan cuándo tienes que beber agua.

Que autocompleten cada puñetera palabra de tus mensajes.

Y la IA, actúa. Escribe cariño cuando tú querías decir coñazo.

Te obliga a levantarte del sofá a beber, aunque no tengas ganas y esto te va a suponer levantarte a las 4 de la mañana porque tu próstata, ya no es lo que era. O eso crees. Igual estás esperando a que una IA te sugiera ir al proctólogo.

Te oculta mensajes. Quizás este, que te encanta leer mientras tomas el café de la mañana, cenas o visitas el baño. Miénteme a mí si quieres, tu IA sabe que ya no lees los botes de champú mientras obras, sino el móvil.

La IA te mete en un atasco, desesperándote, cuando preferirías dar un rodeo con tal de no ir oliéndole el maletero al coche de delante.

Llega el giro, atención.

A principios del siglo diecinueve, apareció el ludismo. No, no fue un movimiento que promulgaba el juego como terapia ni nada parecido, sino la quema de los telares mecanizados.

Los luditas afirmaban que los telares artesanales, creaban empleo. Los mecánicos, lo destruían.

Obviamente, los luditas, se comieron la mierda.

Obviamente, no estoy en contra de usar la tecnología como apoyo.

No somos luditas.

Pero.

Pero, pero, peeeeeeero.

Me preocupas.

Te lo digo en serio.

Verás, yo estoy muy a favor de que la tecnología te ayude a centrarte en lo importante. De verdad, que te quites lastre. Que puedas concentrarte en lo esencial.

Pero lo esencial, te lo dije hace dos días. Lo esencial, es que tomes decisiones. Resulta que en Dinamarca…

… en Dinamarca tenía que ser…

… donde algo huele a podrido…

… pues hay un partido político que quiere que una IA tome las decisiones. No ya por ti o por mí, sino por todos los daneses.

Mira, se empieza dejando que una máquina te elija las canciones y se acaba permitiendo que decida el valor de los tipos de interés y, por extensión, el número de parados que puede albergar el país.

¿Está bien que las máquinas nos asistan? Está de puta madre.

¿Debemos abandonar la responsabilidad de tomar las decisiones? Ni de broma.

Si dejas que las máquinas lo hagan todo, ¿para qué vives? ¿Quieres ser una ameba?

Así que, hoy tienes deberes. Hoy no dejes a ninguna máquina que decida nada por ti. Nada, es nada.

Ahora puedes dejar comentarios. Si te apuntas, cuéntamelo ¿No vas a aprovechar la oportunidad?

Jorge.

Si no sabes de dónde viene lo de Dinamarca, no lo googlees. Es de Shakespeare, de Hamlet. Ya sabes, la obra en la que el prota recita a un cráneo y habla con el fantasma de su padre. No me digas que no está todo bien traído e hilado.
Si es que te cuido como nadie.

Una última cosa, ¿ya te has suscrito? No me digas que ves una barra para apuntarte y entras… Si tuviera la voz metálica, seguro que ya le hubieras dado. Si es que…

Suspender la realidad es un deporte de riesgo en el mundo real

Decía Borges que teatro es el arte en el que alguien finge lo que no es, y hay otro, que es el espectador, que finge que se lo cree.

Hace poco una suscriptora me comentó que Borges, en lo personal, no era un tipo muy atractivo, aunque en lo literario, lo petaba.

Pero, dejemos a Borges de momento, y vamos al turrón.

Todos los días realizas ejercicios de suspensión de la realidad. En el teatro, por supuesto, aunque tú no vas todos los días al teatro.

Cuando ves una peli o una serie. Te sumerges en un universo que no es la realidad, que tiene reglas y normas que son ajenas a la realidad. Mientras sean coherentes, todo está bien.

Esto es importante, porque el problema del teatro o el cine, no es romper con la realidad, sino ser inconsistente con sus propias normas.

Tú puedes ir a ver tranquilamente una peli de Marvel, o El Señor de los Anillos, o Mamma Mía.

En ese universo, si asumes que la gente puede tener poderes, que hay elfos con orejas puntiagudas, o que la gente se pone a cantar a la mínima, y las pelis mantienen la ficción, todo funciona.

Pero si no es así, todo se desmorona como un castillo de naipes.

Y entonces, lo veas o no, solo puedes pensar en una cosa.

Emosido engañado.

Y, entonces, ¿qué pasa en nuestra selva corporativa? ¿En esos paraísos de salas diáfanas con proclamas motivacionales en las pareces? ¿En esos bosques de sillas ergonómicas reposapiés y regletas para enchufes?

Pues pasa…

Qué va a pasar.

Pues lo mismo.

O te crees que esto sólo vale para la tele, las pelis o el Benidorm Fest.

No, amigo líder, querida lideresa.

Con la coherencia, no se juega. Tú puedes trabajar en una organización con la realidad suspendida.

Un mundo ideal en el que cobras no solo en euros, sino en salario emocional, ya tú sabes, charlas de mindfullness, cocina macrobiótica o yoga.

En el que los líderes son seres vulnerables, gigantes sensibles, temerosos, amables y trémulos.

En el que el camino no sólo lo marcan los accionistas o el consejo de dirección, sino cada empleado con autonomía y propósito.

Todo bien, de verdad. Si el relato se sostiene y se practica con el ejemplo, todo funciona.

Pero, si deja de haber conversaciones serias sobre el salario material, el contante y sonante que te ayuda a pagar las facturas…

Si los líderes hacen lo que les sale de lo profundo del ombligo sin dar explicaciones…

Si al final las decisiones gordas, las toman los dueños de las acciones aunque se intente vestir de otra cosa…

Pues la cosa, hace aguas.

Pero, espera.

Espera un momento…

¿Qué es lo que haces tú?
Porque, hasta aquí, no hemos hablado de ti.

De tus promesas. ¿Las cumples? ¿Mantienes tu palabra, o vives en ese mundo de triple realidad en la que piensas una cosa, dices otra y haces una tercera?

Porque si no es así, eres igual que todos los demás de los que hemos hablado más arriba.

Si ayudas a mantener los fallos en Matrix, eres un Agente.

Ahora, ya tienes algo que pensar durante el puente.

Jorge.
Hoy he sido cruel contigo, a veces, toca serlo.
Piensa que, mejor aquí, leyendo una newsletter, que en el mundo real.
Oye, si has llegado aquí por casualidad, puedes darle al botón de abajo y tomarte la pastilla azul.
La roja no la quiere nadie.

Borges se hubiera suscrito, aunque solo fuera por nuestra afición compartida por los laberintos.

El único motivo por el que alguien te va a entregar su dinero en el futuro

Estás de enhorabuena leer esto. De verdad.

Al final del correo, te lo desvelo, palabra. Pero antes, una historia de miedo.

En una galaxia muy, muy lejana, había dos equipos trabajando para un mismo proyecto. Ambos formados por compañeros. Gente que debería desear trabajar junta en un proyecto. O, al menos, no debería pensar en putearse unos a otros.

Pues en un mundo ideal, esa gente hubiera colaborado.

Pero, en el mundo real, ambos grupos no podían convivir.

Entrar en aquel ambiente era peor que el túnel del terror del Parque de Atracciones. Y mira que el maquillaje del tipo que hace de Freddy Krueger es cutre de narices, que lo es. Y da un mal rollo que te pasas.

Pues entrar en medio de aquellos dos grupos, era peor.

¿Los motivos?

Dan igual. Se pueden sintetizar en tres palabras: falta de liderazgo.

De verdad, las causas de aquello dan igual. Probablemente ambos grupos tenían razones y motivos para sentirse ofendidos y vilipendiados.

Las afrentas, eran reales. Graves, si me apuras.

El germen de aquello, apuesto lo que sea a que fue ridículamente pequeño.

Así que, lo tengo claro, la responsabilidad de que una pequeña bola de nieve creciera hasta ese extremo, fue de quien no tomó cartas en el asunto en su momento.

Ni luego.

Ni después.

Al día siguiente, tampoco.

Y así durante meses.

Pero, ¿quién fue el figura que permitió aquello?

¿El manager?

¿El director de la cuenta?

¿Greta Thumberg?

No, amado líder, querida lideresa.

O, no solo. Bueno, Greta es inocente en esta ocasión.

La responsabilidad fue de quien no tomó las riendas y no hizo nada. Fue de todos… y probablemente los implicados sintieran que no era de nadie.

Obviamente, quien tenía que haber tomado cartas en el asunto y haber hecho algo en cuanto se olió la tostada, era quien cobraba (más) por ello.

No voy a ser yo el que te diga que mires con optimismo al futuro si sientes que tu compañía te está puteando, porque sé que estar solo, sin apoyo, es muy pero que muy duro.

Pero también te digo que, en muchos casos, una buena comunicación te quita de líos rápido.

Quiero decir, hay quien tuvo más responsabilidad que otros. Pero todos tuvieron parte de la culpa.

Así que, enfilamos el final.

Vamos hacia un futuro en el que las tareas automáticas las va ha hacer una máquina. ¿Todas? Todas.

Así que, cada vez más, por lo que te van a pagar es por tomar buenas decisiones.

Pero, yo soy camarero. Pues decides en cada momento. Quien tiene prisa, quién puede esperar, si molestar a esa pareja que parece estar tensa en este momento, si debes vigilar la mesa de esos chavales que parece que no tienen ganas de pagar…

Yo conduzco reparto paquetes. Mira, mi repartidor habitual me regala sonrisas cada vez que me ve y seguro que tiene malos días. O sabe si puede o no dejar un paquete a los vecinos.

Yo soy CEO de una empresa de naves espaciales. Elon, tú no estás en esta lista. Ya te gustaría. Pero tú ya sabes que te ganas el sueldo por decidir.

Así que, sí, estás en el sitio adecuado.

Recuerda: a más salario, más responsabilidad. Pero decidir, tenemos que decidir todos. Cada vez más. Eso es lo que vas a tener que hacer en el futuro, tomar decisiones inteligentes y que sean buenas.

E influir en otros para que te acompañen.

Y comunicar.

No se me ocurre una mejor definición de liderazgo.

Jorge.

Tú decides si quieres esto en tu bandeja de entrada cada día.

Asúmelo, hay gente mejor que tú

¿Tú quieres saber cuál es tu papel como líder? Hacer crecer a la gente con la que trabajas. Conseguir que sean mejores que tú en todo.

Venga, va – estarás pensando – que tú tienes ese puntito macarra, que ahora me vas a venir con que en realidad eso es una proclama de blandiblup, pura fachada sin sentido, una frase post-post-moderna cargada de falsas buenas intenciones.

No.

De verdad que no.

Te lo digo con toda la sinceridad de mi negro corazón.

Te pongo un ejemplo muy personal.

Esta semana hemos tenido tutoría. Como tú no conoces a mis hijos, te diré que son muy distintos entre sí.

Pero mucho.

No es por presumir de hijo, pero mi hijo mayor, me supera en muchos sentidos. Intelectualmente, que no te quepa duda.

Pero de largo.

Como te contaba, la tutora nos decía que algunos profesores tenían la sensación cuando hablan con él, de que sabe más que ellos.

Sensación, dicen.

Y yo, como padre, ¿qué hago? Me aparto y le dejo paso. Y disfruto.

Va a llegar un punto en la vida en la que es lo único que puedes hacer como padre.

Primero, acompañar. Les dejas subir a un árbol. Estás pendiente para ayudar si se caen. Les dejas darse un par de buenas tortas. Tal vez tres.

Luego te pones a la par. Aprendes, abres los ojos y los oídos, porque en esta etapa tienes una oportunidad de aprender y crecer de la leche.

Por último, te quitas del puto medio.

Pues con tu equipo, igual.

Lo mejor que te puede pasar con alguien de tu equipo es que te adelante por la derecha.

Hubo un tiempo en una organización muy, muy lejana, en el que tuve una discrepancia con la gente de recursos humanos.

Básicamente, querían implantar un nuevo modelo de no-se-qué y cambiar la forma de gestionar y evaluar y cosas de estas de escuelas de negocios estupendis y movidas que se inventan en Silicon Valley o en Gotteborg y que luego intentas llevar a Parla o El Masnou y suenan raro.

Pero bueno, todo bien.

En un momento de una conversación en la que yo no entendía muy bien adónde nos llevaba aquello, me senté con una persona del área de RRHH y me dijo:

Claro, es que tenéis que abandonar el miedo a perder el poder.

Grrpppmmmmffffff. ¿¿Miedo a perder el poder?? Pero, ¿qué poder? ¿Estamos tontos?

Lo remató con un “además, es que los managers sois muy paternalistas”.

Pues mira. Ahí, le doy la razón.

Yo creo que lo más bonito en esta vida es ser como un padre con todo el mundo.

Ver crecer a otros y, los más importante, ver cómo se convierten en alguien mucho más grande que tú. Con tus clientes, con tus amigos, con tu equipo y con tus jefes.

Pasa un gran día. Sé un gran padre. O madre.

Jorge

PS1. ¿Pasado? Ni de coña voy a abandonar las viejas costumbres. Eh, amigo, tienes una caja abajo para apuntarte. Tiene botones. ¿Hay cosa más emocionante que darle a un botón? ¿¿A que no??
PS2. Ya estás tardando.