Si en esas entrañables fiestas te visitaran tres fantasmas, ya sabes, para ser coherentes con el cuento, el de las empresas pasadas, el de la empresa actual y el de la futura, ¿qué te mostrarían?
Probablemente, el primero te enseñaría a un pequeño líder, dando sus primeros pasitos, tragando paletadas de chorradas.
Tú, lo mirarías desde lejos, compadeciéndote o enfadándote, probablemente un poco de ambas.
Pensando, ¿cómo era tan ingenuo?
Quizá viendo una situación desde un ángulo completamente nuevo.
Pensando, esto no lo hubiera hecho así, esto no lo hubiera dicho así, ese finde me volvía a quedar a currar, mis coj***.
Confirmando cosas. Anda, mira esta, iba de mosquita muerta pero me la clavó por la espalda pero bien.
Ese era un capullo entonces y hoy es nueve planetas enteros llenos de capullos.
Ey, ¿qué habrá sido de estos? Qué majetes (no todo va a ser odio y rencor en tu corazón, por favor, afloja).
Sería un viaje, en el fondo, lleno de nostalgia. No me engañas, volvías otra vez sin pensártelo, aunque solo fuera por el pelazo que gastabas, la tersura de tu piel o la ausencia de grasa en partes que no quieres confesar.
Pero, amigo, todo viaje llega a su fin.
Por allá se acerca, es el fantasma del presente.
Este te mostraría tu vida desde ángulos insospechados. Qué piensa de ti tu equipo, tu responsable, tus clientes. ¿Qué dirían?
Pues apuesto a que cosas que ni sospechas. Buenas, en general.
Te mostrarían que te valoran tu trabajo más de lo que te lo reconocen. Que te podrían pagar más, o menos, o lo mismo.
Que les gusta estar a tu lado.
Ahora te arrepientes de haber echado pestes de todos los que has revisitado en tu viaje al pasado.
Pero, de nuevo, esto se acaba.
Llega el fantasma del futuro. Te he engañado, no te va a enseñar tu próxima empresa. No.
Te va a mostrar el día en el que dejes este plano astral y vayas, yo que sé, al cielo, al infierno, a encontrarte con Jesús Gil, vaya usted a saber qué hay al otro lado.
Ese día, estás pensando en las cosas que hiciste en tu vida.
No aparece el informe de cierre de trimestre.
Ni rastro de aquella semana que trabajaste hasta las dos de la mañana todas las noches.
¿Tu primer Comité de Dirección? Ni está, ni se le espera.
¿Aquel ascenso tan deseado? Ñeeeee.
Quizá recuerdes a algún compañero. Alguna anécdota alrededor de la máquina de café, cae fijo.
Esa cena de navidad en la que te pusiste un poco jarolo, puede que salga.
Un compañero de trabajo que se convirtió en amigo.
Ese colega que te gustaba más de lo que te atreviste jamás a reconocer.
Eso sí estará.
Sabes que va a ser así.
No sé por qué estas cosas no las tenemos en cuenta en las puñeteras evaluaciones. ¿Qué tal el año?
Pues mira, ayudé a muchos compis, hice amigos, discutí, pero lo arreglamos, creo que me llevo recuerdos estupendos este año.
Estupendo, hasta el año que viene, sigue atesorando vida.
Atesora toda la vida que puedas.
Hoy, mañana y siempre.
Jorge