No te pongo cara

Esta semana estoy con los trastornos mentales. Ni idea de por qué. Será que es noviembre.

El caso es que te hablo de la prosopagnosia.

Esta es posiblemente, la mayor putada que te puede pasar en la vida.

Atiende.

Es la incapacidad para reconocer rostros.

Rostros familiares.

Caras que ves todos los días.

Tu madre.

Tu hija.

Tu pareja.

Tú misma.

O mismo.

Hay dos modalidades de la enfermedad. Una, es congénita, naces con ella. La otra… la otra es adquirida por daño cerebral.

Dime que no es una putada.

Mírame a la cara y dímelo, anda.

Hay una capacidad espejo de esta. A falta de nombre en latín, se les llama súper-reconocedores. Gente capaz de recordar siempre una cara.

Quizá eres parte de ese 2% de la humanidad que tiene este superpoder.

Probablemente pienses que los órganos más relevantes para reconocer a las personas son los ojos.

Que puedes reconocer a alguien solo viendo sus ojos. Lo piensas porque si quieres ocultar tu identidad, lo normal es taparte los ojos. ¿No?

Pues no. Estudios recientes parecen indicar que la capacidad de estos super-reconocedores está que se fijan en un área entre la boca y la nariz.

Imagínate, reconocer al instante a aquel pibonazo con el que te cruzaste la mirada fugazmente en el autobús hace 20 años.

O poder huir de alguien a quien debes pasta desde el instituto.

Vale, ya eres un poco más sabio que ayer.

Ya tienes un poquito de angustia porque sabes que hay gente que no es capaz de distinguir a su hijo entre la multitud y tiene que fijarse en el color de su ropa o en si lleva o no bufanda.

También sospechas que has conocido a algún super-reconocedor, porque alguien random te ha abordado un día y te ha llamado por tu nombre, luego has rebuscado en tu correo y te has dado cuenta de que lo conocías hace años, pero se te había olvidado.

¿Qué vas a hacer con este conocimiento?

Yo te sugiero algo.

De lo que sí te acuerdas, es de las personas a las que aprecias. Familia. Amigos. Colegas.

Dédicales unas palabras amables hoy de mi parte.

No sé cómo de presentes tienes sus caras. Busca una foto suya y encuentra unas palabras.

Que no se olviden de por qué les quieres.

Jorge

Puedes ver mi careto si te apuntas abajo.

Hablemos de impuestos

Tim Harford escribió en El economista camuflado algo así como que la economía es la disciplina que estudia la forma de construir mejores vidas para los seres humanos.

Ese intento por mejorar la vida de la gente, para que los que tienen más contribuyan a mejorar el bienestar de los desafortunados con menos recursos, se ha hecho, a lo largo de la historia, a través de los impuestos.

Se han intentado cosas.

Cosas, raras.

Como crear un impuesto a los sombreros.

Esto sucedió en el S. XVIII en Inglaterra y el pago de la tasa se comprobaba mediante una etiqueta que llevaba la prenda cosida en su interior.

Un impuesto fácil de comprobar.

Si lo piensas, tiene sentido, si tienes muchos sombreros, si te puedes permitir tenerlos, ¿por qué no gravar su posesión? Así, una persona con pocos recursos, pagará una o ninguna vez, mientras que los asistentes a las carreras de Ascot, se inflarían a pagar.

Pero, claro, a la gente, no le gusta pagar impuestos.

Prefieren hacer cosas raras.

Los legisladores, se inventan formas creativas de que, los que más tienen, más pagan.

Los que más tienen, igual de miserables que el resto de la población, empeoran sus condiciones de vida con tal de no contribuir.

Si has visitado Amsterdam, te lo han contado.

En el S. XVII, a alguien se le ocurrió que los ricos tenían casas más grandes. Así que, ¿de qué manera simple puedes medir el tamaño de una casa, sin entrar a interrumpir el descanso de los moradores?

Por la fachada.

A más metros de fachada, más tasa.

¿La respuesta de la gente? Fácil, hagamos la fachada más estrecha.

En Inglaterra intentaron algo parecido: gravar el tamaño de las ventanas.

¿Qué te imaginas que sucedió?

Exacto.

Ventanas más pequeñas.

A ver, que esto, mola.

Estamos diciendo que la gente es capaz de empeorar su calidad de vida, de vivir en un ambiente más oscuro, aunque pueda evitarlo a través del pago de un impuesto.

Estarás pensando que tú no. Que no renunciarías jamás a algo así. Vivir en una casa estrechísima o sin ventanas solo por ahorrarte unos eurillos.

Pero seguro que haces otras cosas.

No sé.

No pedir la compra online por el evitar el recargo de que te la traigan a casa.

Pegarte una tarde buscando en internet la oferta más barata e invertir 4h para ahorrarte 10€.

No hacer el check-in en el avión de esa compañía de bajo coste y tener que volar la familia desperdigada, cada uno en una punta.

Igual no te ha pasado esto nunca.

Quizá hace mucho que no te pasa.

Si es así, enhorabuena.

Porque entonces no tendrás problema en hacer esto. Se trata de algo muy sencillo. No te costará dinero.

Apúntate abajo

Guarda esto para siempre

Arrancar diciendo que guardes esto para siempre, puede sonar a anzuelo para que abras este mensaje.

No lo es.

Aviso, este mensaje tiene varias partes y niveles, voy a ir deshojándolo poco a poco.

Capítulo 1. La gente hace cosas muy raras

Este finde he visto Swallow.

Swallow significa “tragar” en inglés y es una peli que habla de un trastorno peculiar. Básicamente la protagonista tiene Pica, lo que la empuja a tragar objetos no alimentarios.

Una canica, un clavo, tierra, un destornillador, imperdibles…

Este trastorno existe y está documentado, como lo está también el BIID.

Este, da todavía más miedito.

Es una movida.

Si tienes BIID, estás jodido, porque querrás amputarte una extremidad para ser feliz. Es gente que nota las extremidades como algo ajeno, externo al cuerpo.

Te iba a dar ejemplos, pero es tan perturbador, que prefiero no espantarte. En su lugar re contaré que, si conoces a alguien con esto, deberías presentarle a alguien con acrotomofilia.

Esto es, gente que se motiva sexualmente viendo a personas a las que les falta un pedazo de cuerpo.

No es lo más raro que te puedes echar a la cara, están los que tienen abasiofilia (y les molan las personas cojas, pese a que tú y yo ya sabemos que los cojos, sordos y contrahechos odian a la humanidad), los pigmalionistas (se ponen brutos con maniquíes o estatuas), los que tienen coulrofilia (gente a tope con los payasos) y podría seguir un rato, pero lo vas pillando.

La gente, hace cosas raras.

Puede que tu responsable, tu cliente o tu equipo, no.

O a lo mejor sí.

Yo no lo sé.

Igual tienen quinunolagnia. Esto es gente a la que le pone estar en peligro. No sé, se me ocurren casos. Gente que realiza inversiones gigantescas en tecnologías que parecen una mierda, vistas desde fuera. O que tiene comportamientos antisociales que sabes que van a terminar en un despido, trabajes en Twitter o en un Ministerio.

Están los que tienen vincilagnia. Les encanta que les aten. No sé, igual te recuerdes a ti mismo currando un jueves a la una de la mañana y te entran ganas de tocarte. Para hacérselo mirar, ¿no?

El sadismo, lo conoces.

Has leído esta última frase y has recordado a un jefe cabrón.

Venga, sabes que es verdad.

Sí, era ese.

Como te decía, la gente, hace cosas raras.

Les mola que les ocurran cosas en sus puestos de trabajo. Porque no quieren tomar las riendas de sus vidas, o prefieren que otros decidan.

Por no liderar.

Luego están los de la siligomanía. Los que atesoran objetos de valor y no los sueltan ni a tiros. Esos son los que no compartirán este post.

Capítulo 2. La gente cuenta siempre las mismas cosas

Hace meses asistí a una reunión de ventas con un vendedor muy top. Se estaba hablando de una inversión de entre varias decenas de miles de euros anuales y un cuarto de millón.

Me encantaría ver otra vez esa reunión, porque ahora soy más sabio y más intransigente, pero básicamente el cliente nos pedía que demostráramos la capacidad de una solución. Haciendo un piloto gratis.

Por hacerte un símil, es como si tú vas a un concesionario de Ferrari y les pides a Giovanni, un italiano guapo, bronceado y con una sonrisa preciosa, que te demuestre la capacidad del vehículo.

A ver.

Idiota.

Esas cosas, no se piden.

Pero el vendedor top, hizo una cosa que me gustó. Dijo, ok, te lo doy gratis pero, si sale bien, ¿firmamos?

Cri, cri, cri.

El tipo, no era decisor.

Era un cantamañanas.

El caso es que no era eso lo que te quería contar. Sino otra cosa. Ese vendedor top, empezó contando una historia, una historia que he visto muchas veces repetida por ahí. Involucra aviones de la segunda guerra mundial y análisis de datos (en forma de impactos de proyectiles en el fuselaje).

Esa historia, introducida para crear cercanía, proximidad, enganchar al cliente, la has visto mil veces.

No te la cuento, que esto me está quedando algo largo, si te interesa mucho, pídemela, pero la has leído por ahí, fijo.

El caso, lo que te quería contar es esto: somos un coñazo.

Repetimos las mismas historietas hasta la saciedad.

Copiamos como ratas.

Capítulo 3. El regalo

Tienes una necesidad, la que sea, pero no te apañas con eso del story telling. El capítulo 1 de este correo, es tu historia. Es una historia cruda, pero diferente. No sé qué vendes. Qué hábito de tu equipo quieres cambiar. Qué proceso interno quieres transformar.

Coges la primera parte de este correo. Cambias el final, la llamada a la acción.

Y ya lo tienes.

Si lo haces, me cuentas cómo te ha ido.

Jorge

Hoy me ha quedado un post finísimo. El de mañana, será mejor.

Ahora es el mejor momento para estar dentro de esta lista. Todos los días, lecturas como esta. Todos los días.

¿Sabes medirte?

Qué si sé medirme, ¿qué?

El ego, amigo, el ego. Digo amigo, porque para las lectoras, la respuesta estaba clara.

Ayer mi ego, recibió una lección de la hostia. Empiezo fuerte, porque todavía estoy en shock.

Te cuento la historia desde el principio.

Ayer desvirtualicé a Robert dos veces.

Robert tiene una newsletter donde destripa su propio negocio. Quiero decir, él tiene un negocio, que funciona y ofrece servicios muy chulos, de los que te pueden sacar de un apuro de los de verdad, no de apurillos de chichinabo.

Y luego, tiene una newsletter donde enseña cómo mide la evolución de su negocio.

A ver.

Son dos cosas.

Una, el negocio.

Otra, la trastienda, las tripas, la captación de leads, las tasas de conversión, las conversaciones con clientes, las llamadas a la acción y el cierre de la venta.

Te lo ensaña con pelos y señales.

Pues ayer estábamos hablando Robert y yo porque me ha propuesto hacer una cosa juntos que va a ser la leche.

No la hemos hecho.

Pero vas a flipar.

Te lo digo ya.

Porque, si no llego a tener ayer planes para comer, todavía estábamos hablando Robert y yo.

De crear empresas, de estrategia, de acampadas, de negocios pequeños, negocios milmillonarios, de tipos que saben mucho de marca personal, de surolandia y centrolandia.

El caso es que, hablando, hablando, Robert me contó de qué va su negocio, del que le llena la cuenta a fin de mes.

Y entonces, caí. Caí en que ya le conocía. A ver, que un conocido común había hablado de él.

Y ya, flipé en colores.

Pero no te puedo contar más.

Esta es la web de Robert. Entras, pinchas y te suscribes. Es en la que enseña las tripas. La de su otro negocio, no te la puedo decir.

Ah, te cuento por qué estoy en shock. La lección para mi ego.

Después de la charla, Robert hizo una cosa. Envió un correo a sus suscriptores. Un correo que es una carta de ventas espectacular. Escrito en un momento. Llamando claramente a la acción.

Pidiendo a sus suscriptores que se apunten a esta newsletter. Por cierto, ¡hola!

Y haciéndome sentir un poco idiota. Es que es taaaaan fácil hacer una llamada a la acción cuando ves cómo lo hace un genio…

Este tío, se va a comer el mundo, te lo digo ya.

Puedes seguirle ahora, o hacerlo dentro de unos meses, tú mismo.

Jorge
Se hace arriba. Ya sabes, pinchas el enlace, ves lo que ofrece Robert y te apuntas.
Ay, el valor. Mira que todos los días lo mismo, ¿eh?
Venga, la lección de hoy es que el valor está en lo que mides. No en lo que te mide, ¿quieres dejar de portarte como un idiota pubescente? En medir los aspectos clave de tu negocio. No en medir 730 cosas, en medir tres. Cuatro, si me apuras. ¿Cinco? Te estás pasando.
Te cuento cómo lo tienes que hacer, tengas una tienda de barrio o un negocio con muchos ceros:
1. Define qué quieres medir. Comprueba que lo puedes medir.
2. Mídelo. Intenta mejorar los resultados. Mide de nuevo. Toma decisiones. Repite.

Si quieres mandanga como esta, pásate por aquí y te apuntas

 

 

¿Nos conocemos?

Seré claro. No me apetece escribir hoy. Es viernes por la noche en este momento, es tarde y no me apetece devanarme los sesos contándote cosas que te aporten.

Así que, hoy, refrito.

Esto, lo hacen muchos creadores de contenido de newsletters y posts que lees por ahí. Yo no, hasta ahora no.

Siempre hay una primera vez.

Ayer, me escribió una suscriptora. Me pidió videos. Le enseñé uno. Me dijo “Necesito más !”.

Dicho y hecho.

Te voy a dejar un listado.

Así, nos conocemos. Me pones cara.

Y te llevas un montón de valor condensadito para casa.

Ah, por cierto, igual quieres el otro video, ese que sabemos tú y yo que te debo (si estabas en la lista antes de cerrar octubre)… está en camino.

Es que lo vi ayer.

Ufff.

Da vergüencica.

No sé si lo voy a rehacer.

Ni idea.

Si no estabas en la lista, no te lo llevas. Pero haré otra cosa. Esperaré a ver qué tal el video. El de Greta Thumberg y Sana Manning. Y si hay mucha gente que dice “Necesito más !”, te propondré algo para que te lo puedas llevar.

¿Se puede aprender de gestión viendo El Equipo A? ¡Pues claro! De algo te tienen que servir aquellas tardes pegado a la pantalla de la tele viendo a Hannibal Smith recordándote que los puros molan.

¿Eres un poco paquete controlando las reuniones presenciales? No problemo! Mírate esto y fuera malos rollos.

Presenta como un jugón con la Pirámide de Minto, 3 pedazos de videos que, honestamente, no debería haber regalado:

Este es el primero, luego va este y, al final, el último.

Y, el top de los top, cosas que aprendí viendo La Princesa Prometida.

Buen finde.

Jorge

Mi objetivo es recibir muchos de esos “Necesito más !”. Joder, ¿hay algo más emocionante en la vida que eso?

Asegúrate tu dosis diaria, apúntate abajo

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Por cierto. La lección. El valor.
Reutiliza. Copia a otros, pero sobre todo, cópiate a ti mismo como un cabrón. Ah, que eso no vale, ¿no? Botero, Warhol, Coelho, Bad Religion, El Equipo A, Frida… ¿Sigo?

Prefieres valor o palabrotas

Vale, como dicotomía, igual es rara. Me explico: ayer te dije que el post, tenía dos partes.

Que quería confirmar algo. Aclarar algo. Entender algo.

¿He resuelto mi duda?

No.

Espera, empiezo por el principio.

El martes pasó una cosa que tú no sabes: la lista de suscriptores creció un 7%. De repente, sin anuncios en otras redes, peticiones extra o llamadas telefónicas, el número de suscriptores se incrementó.

Anda, anda.

¿Por qué? Ni idea.

Puede que porque en el asunto dijera que el correo incluía palabrotas.

O porque hablara de DAFOs y de temas de estrategia.

Por la combinación de ambos.

El caso es que ayer me dije, oye (sí, hablo conmigo mismo, denúnciame), ¿y si hoy hablas más acerca de la estrategia?

Pues eso hice, contarte cosas sobre cómo una buena estrategia no está completa sin la pasta.

Ni una regular.

Ni una mala.

Ni la estrategia más mierder del universo.

Si no hay pasta, no vale.

En los negocios o en la guerra, la estrategia necesita que se hable de cómo se va a pagar la fiesta.

El caso es que no he averiguado si aumentó el número de suscriptores por las palabrotas o por el valor.

O si hubo algún suscriptor que, amablemente, compartió mi correo entre sus conocidos.

Me da un poco igual, la verdad. Lo importante es que ha pasado y que hoy tú y yo estamos aquí.

Y que, si llevas tiempo en esta lista, sabes lo que ha pasado.

Si no estabas, no lo sabes, pero te enterarás mañana, porque te voy a contar una cosa que, igual te interesa, pero vas a tener que hacer algo para tenerla.

Si ya estabas, atento a lo que te va a llegar en algún momento del fin de semana.

Vamos a la parte del valor de hoy.

Esta newsletter, es mi negocio. No cobro por ella, ni genero ingresos, pero la considero un objetivo de negocio prioritario para mí.

Porque me permite tener contacto contigo, que me sientas un amigo, ese amigo tocapelotas que te dice las cosas que no quieres oír.

Ese soy yo.

Besis.

Una cosa que hago gracias a esta newsletter, es aprender. Aprender a quitarme miedos y mierdas tipo: “esto que cuento, ¿a quién le interesará”. Respuesta: a mucha gente de perfiles muy diversos. Emprendedores, futuros emprendedores, head of movidas, directores de cosas, consultores y curritos. Profesores, libreros, copywriters que siguen aquí día a día.

Aprender, significa probar. “¿Digo esto?”, “¿cuento aquello?”, “¿se ofenderá la gente si escribo ‘hijo de puta’ o me meto con este o aquel?”. Respuesta: la gente se ofende más si escribes “e hecho” que si pones cosas como “los de XXXXX son todos unos cabrones que merecen que los pasen por la tabla”.

Más aprendizajes: el que te escribe un día para decirte “has escrito ‘e hecho’, háztelo mirar”, se anima otro día a comentarte otra cosa. Y otra, y otra…

Más aprendizajes: al cabo de 10 correos, la persona que se paró a comentarte lo de “e escrito”, deja pasar el resto de las erratas.

Así que, espera faltas de ortografía graves en mis correos. No estarán puestas aposta, pero estarán, porque no pienso dedicar ni un minuto a revisar cosas que no te aportan valor.

Llego al aprendizaje.

Al valor.

Al consejo amigo.

Al final.

Experimenta siempre. Experimenta a tope. Experimenta como si no hubiera un mañana.

Permítete escribir “hijo de puta” o “e hecho”. Escríbelo mil veces para sacar de quicio a la gente:

e hecho, e comido, e venido, e vuelto, e mirado, e argumentado, e insultado he, independependientemente, te e tocado mucho los huevos con este párrafo.

Experimenta, joder. Que la vida son dos días.

Jorge

Si lo que prefieres son las palabrotas, vas surtidito. Si es el valor, vas sobrado. Yo, más claro, no te lo puedo poner.

Un business case no te va a dar de comer

Este correo tiene dos partes. Te lo digo porque escribo esto para probar una cosa y mañana verás el resultado de esa prueba. Si me equivoco o si acierto, lo verás mañana.

El otro día te hablé de herramientas que se utilizan para generar la estrategia. Del DAFO. Sí, ese correo en el que metí muchas palabrotas al final.

En el que te hablé de otra cosa.

Un elemento que no puede faltar en un buen diseño de estrategia.

¿Qué será, será?

¿Será hablar del equipo?

¿De las oficinas?

¿Del producto tan guay que vamos a crear?

¿Del logo fardón que ya tenemos diseñado?

No, hombre, no.

Si lo tienes en el asunto del mensaje.

Se trata de la pasta.

Ya sabes.

Lo que se invierte. Lo que se recoge.

Lo que pones. Lo que recibes.

El business case, esa cosa que te dije que hacía mi amigo, el inteligente.

Ese conocimiento arcano, fruto de los años de experiencia, te lo llevas a un Excel más grande que la Sábana Santa y lo compartes con inversores, con tu Director General o con tu prima Conchi en la barbacoa del domingo.

Primer secreto del día: tu Business Case, tu presupuesto, tu análisis de negocio… está mal.

Entiéndeme, está mal no porque hayas sido torpón, sino porque la realidad es inabarcable.

Tú pones en tus hipótesis: alquileres, 750€/mes. Pero luego resulta que en esa zona, las oficinas eran más caras.

O, planeas contratar a alguien por 35.000, pero luego es imposible por menos de 40.000.

Preveías vender XX, pero vendes X.

No tuviste en cuenta el incremento de los intereses del préstamos del banco.

Planeabas incorporar un equipo de 15 personas, pero los de Dirección te autorizan solo 10, lo que va a retrasar el lanzamiento 8 meses.

Y suma y sigue.

Voy al lío, que ya ves cómo va esto.

El otro día te hablaba de estrategia. Cuando alguien venga a hablarte de estrategia… y no te proponga hacer unos números… sospecha.

Sospecha muy pero que muy fuerte.

Porque, recuerda que la estrategia es lo que hacemos cuando no tenemos nada que hacer, sí, pero es el mapa que nos debe hacer llegar a un destino.

Una plan estratégico en un entorno profesional, donde lo que buscamos es una cuenta de resultados sana (ya sabes, que las pérdidas sean menores que los ingresos y esos detallitos), tiene que incluir un estudio económico.

Cuando leas una noticia de que la empresa XXXXXX presenta su nuevo plan estratégico y no se hable en ninguna línea de ingresos, inversiones y esas cosas…

Humo.

Humo negro.

Huno negro como el que perseguía a los protas de Perdidos.

Ahora, el reverso tenebroso.

Recuerda lo que te he dicho antes: da igual los números que eches, están mal. A ver, igual, igual, no da, hazlos con cabeza.

Pero están mal.

La realidad va a ser otra y, a no ser que tengas un negocio extremadamente predecible, tus números están mal.

Entonces, ¿para que hacer algo que está mal?

Para pensar, amigo líder, querida lideresa.

Porque un modelo de negocio, business case o como lo quieras llamar, te puede ahorrar sustos.

Porque vas a ver sobre el papel si tu idea es una mierda.

Y, si no lo haces, no lo vas a ver, te vas a lanzar y vas a pegarte un hostiazo.

Vale, vale, me has convencido pero, ¿cómo lo hago?

Eso, te lo contaré en un futuro incierto, antes tengo que echar mis números.

Jorge

Qué putada, ¿eh? Tener que preparar un plan que sabes que no se va a cumplir. Venga, que te doy un extra con el que no contabas. Un buen business case tiene que incluir una cosa que se llama análisis de sensibilidad. ¿Qué es esto? Que tienes que estresar el modelo. ¿Contarle mi último crucero con fotos y todo hasta que ya no pueda más? No, hombre, no. Considerar que las cosas, van a salir mal. O bien. Y ver qué pasa. Probar con menos ingresos, más gastos. Y ver qué pasa.

Hablemos de pasta

Tranquilo, querido líder, amada lideresa, esto todavía es gratis. De momento.

No, hoy te hablo de otra cosa.

De un tabú.

Y del buenismo bien.

Yo creo que la gente, es buena, en serio. Creo que la bondad intrínseca del ser humano. Si no, ya hubiéramos desaparecido en un mar de sangre hace unas cuantas décadas.

Pero aquí estamos.

El caso es que, una cosa es ser bueno, otra buenista.

No es lo mismo.

Yo creo que el ser humano es bueno, aunque egoísta. A veces, mezquino. La gente hace cosas horribles, aunque en general sean buenos. Tienen secretos. Piensan en matarte. Se sacan los mocos. Mil cosas.

Ya sabes, la realidad es compleja. Somos buenos, pero capaces de hacer cosas atroces y encontramos formas de conciliar eso con nuestra autopercepción de buena gente.

Pero los buenistas, simplifican.

Creen en cosas como que la gente trabaja para cumplir su propósito vital.

Que esto, está guay.

Tener un propósito, digo.

Y aplicarlo en el trabajo.

Si lo que haces te mola, a tope con eso. De verdad. Yo sé lo que se siente y te digo, a tope con eso.

Pero, no confundamos.

Trabajamos por otra razón.

Hace unos años, en una galaxia muy, muy lejana, una persona que trabajaba en el área de Personas se dirigió a mí y me contó cosas sobre el propósito.

Que todos nos movemos por él. Que, en realidad, trabajamos por él.

El caso es que me contó una anécdota.

Que sentaron en una sala a mucha gente.

Que preguntaron.

Sobre el propósito.

Y uno…

Dijo que trabajaba por dinero. Que su propósito era cobrar mucho dinero. Cuanto más, mejor.

Oh.

Ah.

Pero, eso no puede ser, ese no es tu propósito.

Así que, rascando, rascando… llegaron a la conclusión de que…

…no se movía por dinero.

Sino por lo que podía comprar con dinero.

Una mejor vida para su familia, mejores colegios, vacaciones más largas en resorts más lujosos, una casa más grande.

(…)

(…)

¿Las oyes?

(…)

(…)

No, claro que no las oyes. Están en mi mente.

Son las palabras que debería haberle dicho a esa persona en ese momento.

No las voy a reproducir, porque en su momento, no las pronuncié. Así que te las vas a tener que imaginar.

No son bonitas.

Pero me las callé.

Porque soy bueno.

aunque me sacan de quicio la gente que cree haber descubierto la pólvora y trata de hacerte comulgar con ruedas de molino.

A ver… ¿somos gilipollas o qué pasa? Pues claro que nos movemos por dinero, joder.

Todo el mundo se mueve por dinero.

Ah, oh, no por dinero, claro.

Por las cosas que puede comprar el dinero.

Para ti o para tu familia. Para regalárselo a los refugiados o fundirtelo en una orgía de drogas y autodestrucción.

Para poder hacer realidad tu propósito.

Pasta, panoja, pavos, parné.

Venga, dime que sin dinero para comprar cosas, ibas a ir tú a trabajar mañana.

Ya.

Hay un dicho español, de esos que se están perdiendo.

Dice así:

Dame pan, y dime tonto.

Pues eso es lo que le puedes decir a la próxima persona que te trate de convencer de que el salario emocional y el propósito y… mierdas.

Jorge

El buenismo no debe confundirse con el gilipollismo, aunque son dos formas a veces miméticas que se retroalimentan y complementan.
El buenista, en el fondo es idealista aunque ingenuo, pero puede salir de su estado buenista a base de golpes contra la realidad.
El gilipollista, se va a quedar igual, no te molestes.
Si eres gilipollista, el botónde abajo no te va a servir para nada.

Hoy, SWOT, DAFO y muchas otras palabrotas

Aviso, hoy muchas palabras malsonantes para hablar de este tema. Hoy, lección fina fina sobre estrategia.

De la que te va a permitir hablar con un CEO o con un tío de McKinsey y mirarle a los ojos de tú a tú.

Tengo un amigo. Vale, pensarás, yo tengo muchos y no te lo voy contando por ahí ni alardeando de ello.

Tengo un amigo que es muy, pero que muy inteligente. Creo que ya te lo he contado pero, por si acaso. Un tipo que, para comprar su vivienda, montó un caso de negocio.

Con hipótesis, análisis de sensibilidad y movidas muy locas.

Que, bien mirado, los locos somos el resto de la humanidad, que no hacemos eso.

Pues bien, mi amigo es fan de los DAFOs. O SWOTS. O FODAs, como he leído hoy por ahí.

A eso voy, a lo que he leído por ahí.

Por lo visto, hay mucho cantamañanas que habla de estrategia sin saber. A ver, que quede claro de una vez, estrategia es lo que hacemos cuando no tenemos nada que hacer.

El resto, es táctica.

La gente dice cosas como te hablo de una estrategia para montar un canal online. ¿Me vas a hablar de aplicaciones de e-mail marketing, de KPIs de conversión y movidas así?

Táctica.

Te ayudo con tu estrategia de comunicación. ¿Vamos a definir la frecuencia, el tono y los canales?

Táctica.

En fin, ya ves por dónde voy.

Pero nos mola lo de la estrategia.

Todo el mundo te intenta vender una estrategia.

Y, no hay estrategia que valga sin un DAFO, te dicen.

Mi amigo el inteligente, también te lo diría, solo que el sabría aplicarlo de verdad.

DAFO es un acrónimo muy chorra, significa Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades.

Es una herramienta muy chula en las manos adecuadas.

Es como la minugun de la que te hablaba hace unas semanas. Es un arma que en tus manos o en las mías, no vale de nada.

Pero, dásela a un marine de dos metros y flipa.

Bueno, mejor no, el mundo no necesita más tiros.

Retomo el tema: como es fácil de entender, todo el mundo usa el DAFO.

Así, por las bravas.

Vamos a empezar por un DAFO, te dicen los tipos de antes.

Pues no.

El DAFO, no es un punto de partida, es una herramienta que facilita presentar el resultado de un análisis interno (en qué soy fuerte, dónde tengo que mejorar) y el externo (qué amenazas chungas hay ahí fuera, qué cosas bonicas me pueden pasar por el camino).

A mí me gusta especialmente porque mezclado con la manoseada visión (adónde quieres ir), tiende un puente entre el ahora y el futuro.

El DAFO tampoco es un punto de llegada, su objetivo es ayudar a alguien a tomar una decisión complicada.

Si solo tienes que decidir si te comes el plátano o el arroz con leche en el postre, no hagas un DAFO.

Empecemos por un DAFO

Si alguna vez alguien te dice eso… sospecha.

Sospecha, porque, repito, el DAFO solo es una forma simple de representar algo muy complejo.

Es una solución sencilla para pintar el resultado de un análisis previo.

Sin análisis, un DAFO no es más que una servilleta en la que han escrito frases de cuñao.

Espera, no estoy metiendo palabrotas. Te había prometido palabrotas.

Allá van. Omite esta parte si estás sensible.

La próxima vez que te venga un gilipollas a decir que lo primero que hay que hacer es un DAFO y empiece a escribir en un powerpoint, así, de buenas a primeras, le mandas de mi parte a tomar por el asterisco.

A vender humo, a otra parte, caballero.

Jorge

El final ha quedado muy homófobo. Voy a arreglarlo. Le mandas a que le den por ahí, pero le deseas fervientemente que le guste mucho, pero mucho. Y le dices que ojalá no le vuelvan a dar en su vida.
Si quieres aprender a hacer un DAFO como está mandado, te apuntas abajo y me preguntas cómo se hace.

Comportamientos enfermizos socialmente aceptados y una pregunta al final

El otro día vi Carrie, de Brian de Palma, y flipé en colores. Aluciné pepinillos. Se me abrieron todas las chakras.

El tercer ojo, de par en par.

¿Porque daba miedo?

Nah, la peli ha envejecido muy mal, menos un susto final que me pilló desprevenido, porque de mala ya ni me lo esperaba, no vale ni para una pesadillita siestera.

No, aluciné porque la película es un compendio de despropósitos que hoy nos harían boicotearla en nombre de los derechos de los niños, las mujeres y el buen gusto.

Te resumo:

  • Tras un arranque con chicas jugando (mal) al voleyball, la escena de créditos iniciales está rodada en un vestuario femenino con desnudos integrales de… chicas de instituto.
  • Una profesora abofetea a Carrie porque sufre un ataque de pánico.
  • Esa misma profesora le enseña también el dorso de la mano a la archienemiga de Carrie porque la chica le insulta (a la profesora, aunque esto, da un poco igual).
  • El insulto es marimacho, no podía faltar un poco de homofobia en este cóctel del buen gusto.
  • La madre de Carrie también la maltrata (a Carrie, se entiende).
  • La archienemiga de Carrie sale con John Travolta que, tras una peleilla en la que ambos se cruzan insultos, pega una torta a la chica para apaciguar los ánimos.
  • Para conseguir la sangre con la que bañan a Carrie al final, los malotes se cuelan en una granja de cerdos con un martillo tamaño gigante. La escena, que no es para nada explícita, es especialmente perturbadora vista con los parámetros de 2022.
  • Los smokings de los chicos populares son azul celeste, con pajaritas enormes y camisas con chorreras.

Esta serie de atentados a la más mínima moralidad y buen gusto se perpetraron en el año de mi nacimiento (1976, no hace falta que lo busques).

¿Qué te quiero decir hoy con todo esto?

Que lo que es normal en 2022, no lo va a ser mañana. Que vaya a saber usted las cosas que dentro de unos años serán inaceptables en la vida y en la empresa.

Hace 10 años, sin ir más lejos, asistí a la última discusión a gritos de la que he sido testigo en el mundo profesional.

Muchos gritos proferidos por un señor italiano a un grupo de profesionales, muy profesionales y mucho profesionales.

A ver, estoy seguro de que esto, sigue pasando en otros entornos, pero en el mundo de las oficinas enmoquetadas, ya no sucede, me parece impensable hoy que una discusión se zanje a chillo pelado.

Otro ejemplo, va.

Hace 15, quizá alguno más, la gente fumaba en las oficinas. Fumaba mucho. Y en los autobuses de línea, pero eso no viene al caso.

Mi consejo es: aprende a discernir lo que es un comportamiento social, de lo que es un comportamiento intrínsecamente humano. Porque estos últimos, son los importantes y los que te ayudan a gestionar en 1976, en 2022 o en 2046.

Jorge

PD1. No sé, no vaya a ser que en esa época, la gente ya no necesite que le digan lo que tiene que hacer…

PD2. Claro que la gente necesita que le digan lo que tiene que hacer. Ayer, hoy y siempre.
En 2046 seguirá siendo buena idea apuntarse a