Esta semana estoy con los trastornos mentales. Ni idea de por qué. Será que es noviembre.
El caso es que te hablo de la prosopagnosia.
Esta es posiblemente, la mayor putada que te puede pasar en la vida.
Atiende.
Es la incapacidad para reconocer rostros.
Rostros familiares.
Caras que ves todos los días.
Tu madre.
Tu hija.
Tu pareja.
Tú misma.
O mismo.
Hay dos modalidades de la enfermedad. Una, es congénita, naces con ella. La otra… la otra es adquirida por daño cerebral.
Dime que no es una putada.
Mírame a la cara y dímelo, anda.
Hay una capacidad espejo de esta. A falta de nombre en latín, se les llama súper-reconocedores. Gente capaz de recordar siempre una cara.
Quizá eres parte de ese 2% de la humanidad que tiene este superpoder.
Probablemente pienses que los órganos más relevantes para reconocer a las personas son los ojos.
Que puedes reconocer a alguien solo viendo sus ojos. Lo piensas porque si quieres ocultar tu identidad, lo normal es taparte los ojos. ¿No?
Pues no. Estudios recientes parecen indicar que la capacidad de estos super-reconocedores está que se fijan en un área entre la boca y la nariz.
Imagínate, reconocer al instante a aquel pibonazo con el que te cruzaste la mirada fugazmente en el autobús hace 20 años.
O poder huir de alguien a quien debes pasta desde el instituto.
Vale, ya eres un poco más sabio que ayer.
Ya tienes un poquito de angustia porque sabes que hay gente que no es capaz de distinguir a su hijo entre la multitud y tiene que fijarse en el color de su ropa o en si lleva o no bufanda.
También sospechas que has conocido a algún super-reconocedor, porque alguien random te ha abordado un día y te ha llamado por tu nombre, luego has rebuscado en tu correo y te has dado cuenta de que lo conocías hace años, pero se te había olvidado.
¿Qué vas a hacer con este conocimiento?
Yo te sugiero algo.
De lo que sí te acuerdas, es de las personas a las que aprecias. Familia. Amigos. Colegas.
Dédicales unas palabras amables hoy de mi parte.
No sé cómo de presentes tienes sus caras. Busca una foto suya y encuentra unas palabras.
Que no se olviden de por qué les quieres.
Jorge