Alégrame el día

Esta frase tuvo cierto éxito hace ya unos años. Bastantes, la verdad.

La decía Harry el Sucio.

Igual no conoces a Harry.

Era un policía con el que no te quieres encontrar, de los que te hacen tenerle miedo a la policía. Ya sabes, un tipo que te apunta con un pistolón (un revólver, para ser preciso), te mira a la cara, mueve un poco el labio inferior y te suelta, con la voz de Constantino Romero: ¡Anda, alégrame el día!

Pues así va mucha gente por la vida.

Estresada, desafiando.

Y, mira, no.

Alégrale el día a otro bien.

Dile algo positivo sincero. Yo qué sé. Que lleva bien las reuniones. Que hace unos informes espectaculares. Que huele bien.

Lo que sea.

¿Te sale del corazón?

Pues no te calles.

Dilo.

Haz del mundo un lugar mejor.

Alégrame el día.

Jorge

Corto, ¿p’a qué más? Mañana, un correo de refrito. Te aviso ya, por si ya lo conoces. Sale Cyrano. Ah, cómo mola ese mensaje. Aunque, igual, algo cambio…

Sí, hace dos días terminé el correo hablando de alegrar el día a alguien. Voy soltando pistas en los correos, para que no te despistes. Si eres de los que ahora van a la bandeja de entrada a abrir el correo de hace dos días, pero no has enviado a nadie este otro correo… Creo que deberías hacértelo mirar.

Soy un gurú de barrio obrero

Hoy, mi mantra. Si no lo conoces todavía, quédate, que te lo regalo. Es mi lema, lo que pondría como mi primer mandamiento, si yo tuviera mandamientos.

Pero, amigo, esto es liderazgodelbueno. Ya sabes, toca historia antes.

Y es de cine, mi tema favorito.

Voy.

Es bastante conocido lo que hacía Quentin Tarantino antes de ser Quentin Tarantino.

Quiero decir, antes de ser ese director de cine que cambió para siempre el uso de la violencia en el cine, para hacerla divertida y de una belleza estética arrebatadora.

Si has pensado que la violencia no es divertida, ponte de nuevo Pulp Fiction y esa escena en la que el arma se dispara sola.

Los motivos por los que la violencia es divertida, para otro día.

Quentin trabajaba en un videoclub y era cinéfago. Se tragaba mierdas como pianos y encontraba belleza en la basura.

Cuando tuvo la ocasión de hacer su primera peli, pidió consejo al maestro. Le daba pánico no saber de fotografía, maquillaje, iluminación, decoración, localizaciones, dirección de actores…

Scorsesse (el maestro), muy campechano, le dijo que lo que tenía que hacer era contratar al mejor equipo para llevar a cabo su visión.

El mejor equipo, no es el que te dice que sí a todo.

El mejor es el que te dice, por ahí no vayas, que te vas a hostiar.

Si tienes que formar un equipo alguna vez en tu vida, asegúrate de que generas la confianza suficiente para que te discutan las decisiones, te cojan de la mano y te lleven ellos durante un tramo.

De la estrategia, te encargas tú. De la táctica, tu equipo.

Jorge

Corto, claro, conciso. Con un director de cine que me encanta. ¿Su mejor peli? Uno de los nuestros. Hablo del maestro, claro.

Pero, si acabo de llegar, pensará más de uno.

No, no me voy para siempre. Me tomo unas vacaciones. Será durante la semana que viene.

¿Habrá correo?

Mmmmm…

No lo sé.

Si puedo organizarme, sí. Si no me da la vida, ya veremos.

En cualquier caso, lo que recibas será necesariamente más corto.

Fuera historias intensas de drogas, sexo, rock&roll y tíos sacándose las tripas para restablecer su honor.

Va a haber repescas.

De correos buenos. Muy buenos.

De esos correos del pasado que regresan en forma de refrito. Como La 1 en agosto. La semana del Grand Prix. Cudillero contra Murchante.

De momento, una lección.

Una muy básica y muy potente. Algo que ya te conté.

Recuerda que no puedes decir no tengo tiempono me da la vidano llego. Mola mucho más decir no me da la gana.

-Te has vuelto un blando.

-Como quieras. No me da la puta gana.

-Así, sí.

Recuerda. El día tiene 24 h. Bueno, hay algún descuadre, segundo arriba, segundo abajo, que trae a los físicos de cabeza. Sí, los relojes atómicos dan 24h de una manera y la Tierra se empeña en retrasar su giro un pelín.

¡Céntrate!

24 h. Para ti. Para mí. Para Elon. Para tu vecina. Para tu jefe.

No dejes que el reloj decida por ti. Toma las riendas, decide lo que vas a hacer con 24 h y a tope con eso.

Ahora vuelve sobre el arranque del correo. Lee la quinta línea. Mira lo que he escrito.

Ten cuidado, tu cerebro está poniéndote zancadillas todo el rato. A ti, a mí, a Elon, a tu vecina y a tu jefe.

Un besito.

Mañana, más.

Jorge
Que no te dejo dejo. Que lo que te dejo, son unos correos preparados en la bandeja de entrada. Un menú muy especial para este puente. Con algunos grandes éxitos del pasado. De hecho, aprovecha y preséntame a tus amigos. Seguro que también quieren conocerme, pero todavía no lo saben.

Hazles un favor. Alégrales el día.

Qué fácil es reírse de Miguel Bosé

El asunto de hoy está sacado de una canción de un grupo un poco macarra.

Ya sabes que, durante la pandemia, Miguel Bosé fue objeto de bromas, burlas, escarnio y mofa.

Me quedo sin adjetivos.

Así que meterse con Miguel se convirtió en un meme post-post-moderno, un cliché, algo que te salía casi natural.

La pirueta mental que hago hoy es grande, no lo niego, pero el caso es que creo que en la vida hay cosas muy sencillas.

Cosas sencillas y buenas, no como reírte de Miguel, que no está bien del todo.

Reírse de él, tampoco.

¿Ves? Si es que es muy fácil.

Ya sé que tú, no lo hiciste.

Te decía, hay cosas que deberían ser naturales.

El amor.

Eh, en serio, es más fácil mirar a los otros con ternura y cariño que con desdén.

O debería serlo.

Amar, debería ser más fácil.

El sentido común es otra de esas cosas que deberían salirte natural.

Pero siglos de civilización han añadido capas y capas de complejidad a tu vida y a la mía.

Y, lo que debería ser sencillo, deja de serlo.

Aterrizo, aterrizo. Ayer hablaba con una persona. Alguien que gestiona proyectos complejos.

Le pregunté cómo manejaba él una situación difícil con su equipo y su responsable.

De estas en las que el equipo está hasta arriba.

Y tu jefe (ese gilip…), te exige.

Tú (o este tipo del que te hablo), en medio.

Cada uno tirando de ti.

Eres como el muñeco ese un pelín inquietante, Mr. Músculo. De Giochi Preziosi.

Da repeluco, el muñeco.

Tiran de él de un lado y del otro.

Al lío.

La respuesta de este tipo fue tan nítida, que me la creo

Hablar con todos.

Lo primero que hago es hablar con todos.

Pues claro.

Ni hacer PowerPoints, ni Excels, ni un plan de acción.

Hablar. Escuchar.Aplicar el sentido común.

Y, sobre todo…

Venga…

Va…

Eso es…

AMAR.

Ama y ensancha el alma.

Lo demás, vendrá solo.

Jorge

Vale, el asunto no tiene nada que ver con el mensaje. Era un gancho. Denúnciame.
Te lo creas o no, esta newsletter la escribo porque te quiero. Hala, ya te puedes ir de puente más feliz.

Si te gusta la música macarra y reírte, Lendakaris Muertos es tu banda. Ojo, macarra en los acordes y más macarra en las letras. Luego, no me vengas llorando.

Tu jefe es gilipollas…

Ahora es cuando viene la coletilla. Qué sí, que esta te la sabes, lo de “… si hace estas 5 cosas”. O tonterías así.

No, amigo líder, querida lideresa.

Tu jefe es gilipollas… y punto.

Tú, si eres jefe, eres gilipollas.

Yo he sido tremendo gilipollas hasta hace poco. Ya no soy jefe.

A ver.

No hablo de ser idiota todo el tiempo y con todo el mundo. No es eso. Tú, yo, tu jefe, somos sapiens al cuadrado, doy por sentado que tenemos un neocórtex perfectamente operativo.

Entonces, te explico. En realidad, ya te lo he contado antes, pero como esto es un no parar, cada día tengo que repetirme para los nuevos (hola, por cierto): la gente solo sabe hablar de su libro. El tuyo les importa una higa.

Como la semántica es importante, aclaro que con gilipollas me refiero a gente que no sabe ponerse en tu lugar cuando toma decisiones que te afectan.

Si te parece duro, llámalos ensimismados. Yo, prefiero gilipollas.

Me juego el cuello a que tu responsable ha hecho algo en los últimos meses que has pensado, esta persona, ¿de qué planeta viene?

¿Sabes por qué pasa esto? Porque la gente ve la realidad desde su maldita óptica, no desde la tuya. Empatía, te pedirán luego.

Animalicos.

Vamos con la primera historia de hoy y acudo a uno de mis grupos de seres humanos favoritos: los ex-presidentes del gobierno.

En 2007, Zapatero fue a un programa de la tele, en el que los espectadores hacían preguntas. Hubo uno que hizo LA pregunta: ¿sabe usted cuánto cuesta un café?

Titubeos, la mirada de los 1.000 metros y, al final, la respuesta: 80 céntimos.

A ver.

(suspiro).

Mira, en esa época, en mi pueblo, en un rinconcito de la España vaciada, un café costaba ya 1 €. En Madrid, por menos de 1,25 no te daban ni los buenos días, pero no era raro euro y medio.

Que, digo yo, qué costaba decir la verdad. La que sea. Mira, no sé, es que desde que soy presidente, me regalan el café / En el Congreso valen 0,8 €, pero supongo que fuera es más caro / No tomo café.

Cualquier otra cosa. 0,80 €… maldito ensimismado…

Pues mi jefe es genial. Olé tu jefe. O jefa. O jefo. Mi jefe actual es bastante sensato. Lo que mola mucho, la verdad.

Para el resto, para los que sí sufren a un jefe ensimismado, tranquilidad. Como te dirá ese jefe tuyo tan estupendo, lo bueno de tener puntos débiles, es que puedes encontrar oportunidades de mejora.

Aaaaaaaaayyyyyyy, Señor, dame paciencia.

Ahora, una historia más cercana, el motivo por el que te cuento hoy esto.

Ayer, hablando con una amiga sobre la última tontería de sus jefes. Gente pensante y sintiente, tíos y tíos que han levantado una empresa bien, que sale a competir fuera, que tiene oficinas en un edificio alto, con falso techo, salas diáfanas y máquina de café.

Que meten la pata como tú y como yo pero que, cuando lo hacen, no lo pillan. Gente que sale a hablar de su libro y, si no te interesa, es cosa tuya. Que, en lugar de decir, “no tengo ni idea de lo que cuesta un café”, se tira a la piscina como si supiera de qué va la vaina.

Cambia lo del café por el precio de un bonometro, alquiler en el centro, o no poder elegir cuándo vas a la oficina si vives donde Cristo perdió el mechero.

Gente que cobra cifras de 6 ceros que te justifica decisiones absurdas que a ti te afectan al bolsillo como si fuera algo guay para ti.

Ese es el nivel.

Estamos rodeados.

El consejo de hoy. Si ves a alguien portarse así, avísale. Sé una buena persona. Lo más triste es que casi seguro de que ni se ha dado cuenta.

Si eres jefe: cuestiona tu forma de ver las cosas. Porque tú hablas a otros desde un atril, visible o invisible.

Baja.

Y escucha.

Suelta tu libro. Por un momento. Ponte de verdad en la piel de la otra persona. Con todo tu corazón.

Y, por lo que más quieras… no actúes como un gilipollas.

Jorge

Cuando compartas esto (que lo harás), no te quedes corto. Pásaselo a un par de jefes. Seguro que ellos piensan que hablas de sus propios jefes. De nuevo: este es el nivel.

¡Ey, amigo jefe! No estás solo. Yo me he portado como un idiota supino en el pasado. Pero me tomé la pastilla azul. O la roja. Pasé a través del espejo. No estaba Humpty Dumpty, creo que a Humpty Dumpty lo podemos poner en el bando de los gilipollas.

¿Eres buena persona o tienes un canalla dentro?

¿Qué hace un ser humano en una crisis? Se acostumbra.

Los psicólogos están intentando desentrañar el comportamiento humano desde hace relativamente poco.

Los escritores te conocen mejor. Quizá porque su gremio, empezó antes.

¿Eres buena gente? Seguro que sí. ¿Bajo cualquier circunstancia? Igual la vida no te ha puesto a prueba lo suficientemente fuerte.

En los años 40 y 50 del siglo pasado, se llevaban las novelas de detectives. Dashiell Hammett, detective privado en la agencia Pinkertone, se pasó con éxito a la novela.

Escribió obras memorables, cuentos cortos, algún guion de cine. El Halcón Maltés, por ejemplo.

Nada que ver con el amigo Corto del que hablamos el otro día, por si te lo estabas preguntando.

Hammett, cuenta en uno de sus cuentos, una historia secundaria. Una historia dentro de otra historia.

La historia de una mujer que contrata a un detective para que encuentre a su marido, que lleva años desaparecido.

La mujer quiere rehacer su vida, para lo que necesita que declaren oficialmente muerto al sujeto o que le conceda el divorcio, caso de seguir en este mundo.

El detective indaga. Indaga, pero poco. No le cuesta dar con el tipo.

Un día desapareció, dejó su suburbio, vagabundeó unos meses, se acabó estableciendo en otro suburbio de otra ciudad, conoció a otra chica, tuvo otros hijos.

Intrigado, el detective, habla con el hombre.

Esta es su historia (creo que es cierta y que Hammet la usó para contar un cuento dentro de otro cuento, pero esto son cosas mías).

Un día, el hombre se dirigía hacia su trabajo, en la gran ciudad, y una viga de un edificio en construcción, cayó a su lado.

Asustado, aliviado, eufórico, con el corazón en un puño, el tipo decidió que la vida era corta y podía morir en cualquier momento.

Salió huyendo, bebió, fumó, ligó… se volvió un canalla.

Meses después, conoció a otra chica y… se estableció.

El detective, un tipo sabio, dedujo que el ser humano, se adapta.

Primero, a que caigan vigas.

Luego, a que dejen de caer.

Esto, te ha pasado a ti hace nada. Un día, ibas tan normal. Al siguiente, ponte la mascarilla. Hoy, si ves a alguien con mascarilla, le miras raro.

Pues en tu equipo, igual.

Ojo.

Haz una cosa.

Échate un poco para atrás.

Mira desde lejos.

No vaya a ser que les estés lanzando vigas sin querer.

Jorge

Esto ya lo he contado, en LinkedIn, creo. Pero como la lista está últimamente creciendo, he pensado que los que no la conocían, deberían.

La gente ve lo que quiere ver

En El sexto sentido, un niño pequeño le dice al personaje que interpreta Bruce Willis esa frase. La gente ve lo que quiere ver.

El personaje de Willis, que como no tiene otra cosa mejor que hacer, sigue yendo a currar después de muerto, no lo pilla. A ver, Bruce Willis, que la frase era para ti. No para los otros. Para ti.

El domingo escribí un correo que sabía que iba a traer cola. Que habría quien se quedarían en la superficie.

Resumen para los que no estaban: dije que nuestra sociedad es individualista. Que tú vas a lo tuyo y yo voy a lo mío. Y que hay una relación entre el individualismo y nuestro sistema capitalista. Que la guerra fría la ganó el capitalismo y que hoy somos lo que somos por esa razón.

Que de ahí deduzcas, como me dijo un ex-suscriptor, que estoy a tope con el comunismo de la URSS… ahí, has visto lo que querías ver, Bruce Willis.

Es curiosa, la gente. Que alguien se sienta tan ofendido por lo que lee como para contártelo y luego irse. No cambiar de canal y ya. No me gusta, pues me voy.

No, no. Me regalan contenido de valor y me fijo en lo que no me gusta. Lo digo. Me ofendo y lo cuento. Te hago notar que me voy porque me molestas. Me pico y no respiro.

¿Recuerdas de qué iba mi correo del domingo? De lo hartito que me tiene lo de es mi verdad y la respetas. Pues eso.

Como esto de que no te entiendan o no te expliques o no entiendas o que el otro no se explique, te pasa todos los días, hoy, canela fina sobre comunicación, saca el boli mental y apunta:

  1. Da igual lo nítido que seas con tu mensaje, alguien lo va a malinterpretar y a entender lo que le dé la gana. Así que, esfuérzate en ser muy claro en lo que quieres contar. Fuera ambigüedades.
  2. Si no estás seguro de haber entendido bien, pregunta. Pregunta, repregunta y requetepregunta.

Corolario final: si solo estás dispuesto a escuchar a gente que va a reafirmar tus creencias o solo quieres escuchar un mensaje que alimente tu ego, puedes salir por la puerta como hizo mi ex-suscriptor.

Porque si no entiendes que liderar implica vértelas con seres pensantes y sintientes, no con borregos, no has entendido nada.

Así que, como en el fondo este suscriptor intuyó una verdad sobre mí, mi comentario no era del todo inocente, te aclaro, por si alguna vez me meto en esos temas: espera de mí una crítica despiadada del libre mercado, la política de impuestos bajos y otras creencias místicas fruto de la inspiración divina que ilumina la escuela austríaca.

Si lo que quieres es reafirmar tus ideas politico-económicas sobre estos temas, te puedo recomendar algunas webs, newsletters y canales de YouTube que saciarán tu hambre de neoliberalismo. Aquí, no la vas a apaciguar. Es más, te vas a cabrear.

¿Que si soy un rojo peligroso? El peor. Órdago a rojo.

Si eso te supone un problema, ya sabes lo que tienes que hacer: deja de leer y abandona esta página.

Pues ya está.

Si sigues, entiendo que eres de los que admite opiniones diametralmente opuestas a las tuyas, porque en realidad lo que quieres es aprender a inspirar a personas, sean neoliberales, rojos, animalistas, amantes de los toros y la caza, separatistas catalanes radicales, españolistas centralizadores, tíos de la manosfera, activistas del feminismo extremo… así que mañana nos vemos.

Jorge

Hace muchos años, una persona me habló de un relato de un ignoto escritor argentino en el que el autor imaginaba un mundo en el que los cartagineses ganaban las guerras púnicas.
¿Qué hubiera pasado?
Pues probablemente, nuestro sistema legal, sería muy diferente. Seguro que nuestro sistema de creencias, también.
Stephen King imaginó un mundo en el que los nazis ganaron la II Guerra Mundial.
En Yesterday, los Beatles, nunca existieron.
¿Sería nuestro mundo mejor si la URSS hubiera ganado? Pues mira, no.
¿Sería distinto?
Fijo que sí.
Espero haber sido claro esta vez.

Si te ha gustado, preséntame a tus amigos.

El error número 1 cuando quieres comunicar algo

Lo he dicho, redicho y requetedicho: mi mayor habilidad es crear documentos bien escritos y bonitos.

Igual piensas que lo de hacer las cosas bonitas, es secundario. Que vale con que las cosas estén bien.

Hay que hacer las cosas bien y que parezca que están bien. Esto último importa x1000, pero hoy te hablaré de otra cosa.

Un error.

El que comete casi todo el mundo cuando tiene que preparar algo para enseñar al mundo.

Si tienes que contar cómo va tu proyecto, presentar un producto, dar una conferencia…

No, no es no preparar las cosas. A veces, sobrepreparamos. Nos pasamos de frenada.

Te cuento la secuencia porque, la he visto tantas veces, que si no te ha pasado nunca, creo que aplaudiré.

La cosa, va así.

Me usaré a mí mismo de ejemplo, en mi mismidad, ya sabes, ayer te lo conté. A mi yo de hace unos años, claro.

-Jorge, vamos a ver al cliente X para explicarle el resultado de Y. Necesitamos preparar una presentación.

-Ahora me pongo. A ver, abro PowerPoint…

Ahí, ya la has cagado.

Ni diez segundos has durado.

El mayor error que comete la gente, el principal, es no pensar en lo que quieren decir.

-Pero, yo lo pienso, lo tengo todo en la cabeza.

Pues precisamente…

No sé cómo es tu pensamiento. El mío, sería algo así:

-Pues quiero hablar de los resultados del cliente X y el impacto de nuestra participación en su negocio y anda, mensaje de Jaime, qué quiere, lo miro luego, ah, esa es la música que oí ayer en Spoty, como mola, porque el cliente ha hecho progresos, los voy a poner ahí en esta caja y luego en la siguiente diapo meto lo que hicimos para otro cliente, espera, el mensaje era…

Igual soy yo, que estoy loco. Todo esto, ponlo en 2 segundos, máximo. Luego, multiplica.

Para.

Que pares.

Toma aire.

Elige una idea.

Una.

La que quieres contar.

Si sólo pudieras decir una frase, una sola frase sobre tu producto, proyecto, conferencia o lo que tengas que hacer, escríbela.

Te ha quedado muy larga, léela y recorta cosas.

Ahora, empieza a construir. Si lo que haces no sirve para dar sentido a esa frase, tíralo a la basura.

Hay otras cosas que tienes que hacer antes de abrir PowerPoint, muchas.

Pero la primera, es elegir la idea.

El hilo de Ariadna que te va a sacar del laberinto.

No lo sueltes nunca.

Jorge
Este consejo de hoy te va a sacar de más de un apuro. Grábatelo a fuego. Llegará un momento en el que podrás saltarte este paso, porque lo harás de forma automática, pero todavía no. Escribe la idea. Póntela delante hasta que acabes. Que puedas leerla. Prueba y me cuentas.

De nada.

El año en que todo se jodió

El año 2000, se fue todo a la mierda. Ese año, se estrenó un programa de televisión llamado Gran Hermano que hizo dos cosas mal.

La primera, fue darle un nuevo sentido a una expresión de un libro de Orwell que todo el mundo entendía perfectamente; antes de 2000, tú hablabas del Gran Hermano y todo el mundo sabía que te referías a la represión del estado opresor sobre los ciudadanos de a pie.

A partir del años 2000, hablar de Gran Hermano, significaba referirte a una panda de gente compartiendo su vida ante millones de espectadores.

No fue el primero, ni el peor, Crónicas Marcianas es un libro precioso y un programa de televisión lamentable.

La segunda… la segunda, en realidad, no fue culpa del programa. La segunda fue reflejar un cambio de la sociedad que nos trae a donde estamos hoy.

Me explico.

A partir de ese programa, se popularizaron expresiones como “esta es mi verdad”, “es mi opinión y la respetas”, “yo es que soy muy sincera y digo las cosas como las pienso”.

El ser humano es el que es desde antiguo, pero la sociedad tiene modas y ajustes, puedes ver cómo es una sociedad por comentarios como estos.

No, no es tu verdad. La verdad, es una, tu interpretación de la verdad, es tuya.

Tu opinión de mierda, no vale nada, te respeto a ti como persona, pero no tu opinión que, además, me juego el cuello a que cambia antes de 6 meses o ni siquiera la tenías antes de haber empezado a hablar.

Y, mi favorita, el confundir ser directo y asertivo, con hiriente y maleducado.

¿Qué refleja esto? Que nuestra sociedad es muy individualista.

No me des contraejemplos, no hace falta, hablo de la sociedad, no de individuos aislados.

Ganó el capitalismo, amigo, si hubiera ganado la URSS, las cosas habrían sido distintas, pero ganó Reagan.

Así que, sí, nuestra sociedad es muy individualista. Somos 8.000 millones y hoy, más que nunca, importa que cada uno alcance su propósito, se realice, sea su mejor versión, salga de su zona de confort, se respeten sus opiniones, sus creencias de mierda, su propiacepción sobre su mismidad.

Te digo una cosa. Hay una conferencia de Simon Sinek. Se llama Los líderes comen al final. Míratela, que mola mucho.

Liderar significa anteponer los objetivos y necesidades del grupo a los propios. Ayer te hablaba de que los líderes alcanzan una visión.

Los auténticos líderes, cuidan de su gente.

Jorge
Yo, te cuido cada día. Con estos pequeños bocados, más ricos que los Manolitos (si conoces los Manolitos, sabes de lo que te hablo.
Este correo, no lo envíes. La mayoría de la gente está tan pendiente de su ombligo, que vas a hacerles enfadar.

El mejor líder de la historia

Si has asistido alguna vez a un curso de liderazgo, te han preguntado esto: ¿cuál es para ti un líder que te inspira?

Ya me conoces. Ahora, si alguien me pregunta eso, le miraría desde Júpiter pensando “animalico”.

Antes, no.

Antes, elegía uno y lo compartía con el resto, como los demás.

Había quien elegía a Steve Jobs. Bueno, dejemos que la historia transcurra y a ver quién se acuerda dentro de unos años de Jobs que, por otro lado, tiene una historia personal bastante chunga y no era un líder amable y compasivo. Era un poco cabrón.

Yo siempre mencionaba a Alejandro Magno porque la historia de un tipo que conquista medio mundo y muere joven, siempre me pareció muy molona, pero Alejandro tuvo que ejercer un pelín de asesinato por aquí y de tortura por allá para conseguirlo. No nos vale tampoco.

Obviamente, el líder ideal solo existe en tu imaginación.

Los humanos, fallamos.

Hoy, si me preguntaran, diría que mi líder favorito es Corto Maltés. Sería mi modo retorcido de decir que no hay un líder de carne y hueso que resista un escrutinio medianamente serio.

¿No conoces a Corto? No sabes lo que te pierdes. Si lo haces, te enamorarás.

Pero yo soy un señoro heterosexual y machirulo. También te enamorarás y hasta dudar de tu propia condición sexual.

Eso es lo que tiene ese personaje. Es terriblemente atractivo.

¿Por qué?

Porque va por la vida creando su propia historia.

Corto nació en Venecia. La Venecia tradicional, la que ya no existe porque ha sido engullida por hordas de turistas, albergaba una tradición mágica que se remonta a la Edad Media.

La madre de Corto, adivina y medio bruja, descubre muy pronto una cosa: su hijo no tiene línea de la vida en la mano derecha.

De adolescente, Corto agarra una navaja y se fabrica una línea de la vida a su medida. Con muerte épica incluida.

Toma ya.

No me digas que no mola.

Amigo líder, querida lideresa, ya sabes lo que tienes que hacer.

No, joder, suelta la navaja, no es eso.

Agarra la vida por los cuernos y sé tú quien escribe el guion.

Esa es la única forma de aprender a liderar.

Jorge

Lo de Corto, no iba por la longitud de este correo. No todos van a ser sábanas kilométricas con japoneses abriéndose las tripas en canal.
Me ha quedado muy Mr. Wonderful este correo. Se protagonista de tu historia. Oh, ah, cuanta sabiduría.
No.
En la vida, te va a tocar hacer mierdas que te van a mandar otros. Y las harás. Pero recuerda, todo el mundo necesita que le digan lo que tiene que hacer.
Lo que te estoy diciendo es que empieces a elegir las cosas que vas a decirles tú a otros que hagan. Y que empieces a decir que no a otros, que no se va a acabar el mundo.