Qué si sé medirme, ¿qué?

El ego, amigo, el ego. Digo amigo, porque para las lectoras, la respuesta estaba clara.

Ayer mi ego, recibió una lección de la hostia. Empiezo fuerte, porque todavía estoy en shock.

Te cuento la historia desde el principio.

Ayer desvirtualicé a Robert dos veces.

Robert tiene una newsletter donde destripa su propio negocio. Quiero decir, él tiene un negocio, que funciona y ofrece servicios muy chulos, de los que te pueden sacar de un apuro de los de verdad, no de apurillos de chichinabo.

Y luego, tiene una newsletter donde enseña cómo mide la evolución de su negocio.

A ver.

Son dos cosas.

Una, el negocio.

Otra, la trastienda, las tripas, la captación de leads, las tasas de conversión, las conversaciones con clientes, las llamadas a la acción y el cierre de la venta.

Te lo ensaña con pelos y señales.

Pues ayer estábamos hablando Robert y yo porque me ha propuesto hacer una cosa juntos que va a ser la leche.

No la hemos hecho.

Pero vas a flipar.

Te lo digo ya.

Porque, si no llego a tener ayer planes para comer, todavía estábamos hablando Robert y yo.

De crear empresas, de estrategia, de acampadas, de negocios pequeños, negocios milmillonarios, de tipos que saben mucho de marca personal, de surolandia y centrolandia.

El caso es que, hablando, hablando, Robert me contó de qué va su negocio, del que le llena la cuenta a fin de mes.

Y entonces, caí. Caí en que ya le conocía. A ver, que un conocido común había hablado de él.

Y ya, flipé en colores.

Pero no te puedo contar más.

Esta es la web de Robert. Entras, pinchas y te suscribes. Es en la que enseña las tripas. La de su otro negocio, no te la puedo decir.

Ah, te cuento por qué estoy en shock. La lección para mi ego.

Después de la charla, Robert hizo una cosa. Envió un correo a sus suscriptores. Un correo que es una carta de ventas espectacular. Escrito en un momento. Llamando claramente a la acción.

Pidiendo a sus suscriptores que se apunten a esta newsletter. Por cierto, ¡hola!

Y haciéndome sentir un poco idiota. Es que es taaaaan fácil hacer una llamada a la acción cuando ves cómo lo hace un genio…

Este tío, se va a comer el mundo, te lo digo ya.

Puedes seguirle ahora, o hacerlo dentro de unos meses, tú mismo.

Jorge
Se hace arriba. Ya sabes, pinchas el enlace, ves lo que ofrece Robert y te apuntas.
Ay, el valor. Mira que todos los días lo mismo, ¿eh?
Venga, la lección de hoy es que el valor está en lo que mides. No en lo que te mide, ¿quieres dejar de portarte como un idiota pubescente? En medir los aspectos clave de tu negocio. No en medir 730 cosas, en medir tres. Cuatro, si me apuras. ¿Cinco? Te estás pasando.
Te cuento cómo lo tienes que hacer, tengas una tienda de barrio o un negocio con muchos ceros:
1. Define qué quieres medir. Comprueba que lo puedes medir.
2. Mídelo. Intenta mejorar los resultados. Mide de nuevo. Toma decisiones. Repite.

Si quieres mandanga como esta, pásate por aquí y te apuntas