Este correo tiene dos partes. Te lo digo porque escribo esto para probar una cosa y mañana verás el resultado de esa prueba. Si me equivoco o si acierto, lo verás mañana.
El otro día te hablé de herramientas que se utilizan para generar la estrategia. Del DAFO. Sí, ese correo en el que metí muchas palabrotas al final.
En el que te hablé de otra cosa.
Un elemento que no puede faltar en un buen diseño de estrategia.
¿Qué será, será?
¿Será hablar del equipo?
¿De las oficinas?
¿Del producto tan guay que vamos a crear?
¿Del logo fardón que ya tenemos diseñado?
No, hombre, no.
Si lo tienes en el asunto del mensaje.
Se trata de la pasta.
Ya sabes.
Lo que se invierte. Lo que se recoge.
Lo que pones. Lo que recibes.
El business case, esa cosa que te dije que hacía mi amigo, el inteligente.
Ese conocimiento arcano, fruto de los años de experiencia, te lo llevas a un Excel más grande que la Sábana Santa y lo compartes con inversores, con tu Director General o con tu prima Conchi en la barbacoa del domingo.
Primer secreto del día: tu Business Case, tu presupuesto, tu análisis de negocio… está mal.
Entiéndeme, está mal no porque hayas sido torpón, sino porque la realidad es inabarcable.
Tú pones en tus hipótesis: alquileres, 750€/mes. Pero luego resulta que en esa zona, las oficinas eran más caras.
O, planeas contratar a alguien por 35.000, pero luego es imposible por menos de 40.000.
Preveías vender XX, pero vendes X.
No tuviste en cuenta el incremento de los intereses del préstamos del banco.
Planeabas incorporar un equipo de 15 personas, pero los de Dirección te autorizan solo 10, lo que va a retrasar el lanzamiento 8 meses.
Y suma y sigue.
Voy al lío, que ya ves cómo va esto.
El otro día te hablaba de estrategia. Cuando alguien venga a hablarte de estrategia… y no te proponga hacer unos números… sospecha.
Sospecha muy pero que muy fuerte.
Porque, recuerda que la estrategia es lo que hacemos cuando no tenemos nada que hacer, sí, pero es el mapa que nos debe hacer llegar a un destino.
Una plan estratégico en un entorno profesional, donde lo que buscamos es una cuenta de resultados sana (ya sabes, que las pérdidas sean menores que los ingresos y esos detallitos), tiene que incluir un estudio económico.
Cuando leas una noticia de que la empresa XXXXXX presenta su nuevo plan estratégico y no se hable en ninguna línea de ingresos, inversiones y esas cosas…
Humo.
Humo negro.
Huno negro como el que perseguía a los protas de Perdidos.
Ahora, el reverso tenebroso.
Recuerda lo que te he dicho antes: da igual los números que eches, están mal. A ver, igual, igual, no da, hazlos con cabeza.
Pero están mal.
La realidad va a ser otra y, a no ser que tengas un negocio extremadamente predecible, tus números están mal.
Entonces, ¿para que hacer algo que está mal?
Para pensar, amigo líder, querida lideresa.
Porque un modelo de negocio, business case o como lo quieras llamar, te puede ahorrar sustos.
Porque vas a ver sobre el papel si tu idea es una mierda.
Y, si no lo haces, no lo vas a ver, te vas a lanzar y vas a pegarte un hostiazo.
Vale, vale, me has convencido pero, ¿cómo lo hago?
Eso, te lo contaré en un futuro incierto, antes tengo que echar mis números.
Jorge