Vale, como dicotomía, igual es rara. Me explico: ayer te dije que el post, tenía dos partes.
Que quería confirmar algo. Aclarar algo. Entender algo.
¿He resuelto mi duda?
No.
Espera, empiezo por el principio.
El martes pasó una cosa que tú no sabes: la lista de suscriptores creció un 7%. De repente, sin anuncios en otras redes, peticiones extra o llamadas telefónicas, el número de suscriptores se incrementó.
Anda, anda.
¿Por qué? Ni idea.
Puede que porque en el asunto dijera que el correo incluía palabrotas.
O porque hablara de DAFOs y de temas de estrategia.
Por la combinación de ambos.
El caso es que ayer me dije, oye (sí, hablo conmigo mismo, denúnciame), ¿y si hoy hablas más acerca de la estrategia?
Pues eso hice, contarte cosas sobre cómo una buena estrategia no está completa sin la pasta.
Ni una regular.
Ni una mala.
Ni la estrategia más mierder del universo.
Si no hay pasta, no vale.
En los negocios o en la guerra, la estrategia necesita que se hable de cómo se va a pagar la fiesta.
El caso es que no he averiguado si aumentó el número de suscriptores por las palabrotas o por el valor.
O si hubo algún suscriptor que, amablemente, compartió mi correo entre sus conocidos.
Me da un poco igual, la verdad. Lo importante es que ha pasado y que hoy tú y yo estamos aquí.
Y que, si llevas tiempo en esta lista, sabes lo que ha pasado.
Si no estabas, no lo sabes, pero te enterarás mañana, porque te voy a contar una cosa que, igual te interesa, pero vas a tener que hacer algo para tenerla.
Si ya estabas, atento a lo que te va a llegar en algún momento del fin de semana.
Vamos a la parte del valor de hoy.
Esta newsletter, es mi negocio. No cobro por ella, ni genero ingresos, pero la considero un objetivo de negocio prioritario para mí.
Porque me permite tener contacto contigo, que me sientas un amigo, ese amigo tocapelotas que te dice las cosas que no quieres oír.
Ese soy yo.
Besis.
Una cosa que hago gracias a esta newsletter, es aprender. Aprender a quitarme miedos y mierdas tipo: “esto que cuento, ¿a quién le interesará”. Respuesta: a mucha gente de perfiles muy diversos. Emprendedores, futuros emprendedores, head of movidas, directores de cosas, consultores y curritos. Profesores, libreros, copywriters que siguen aquí día a día.
Aprender, significa probar. “¿Digo esto?”, “¿cuento aquello?”, “¿se ofenderá la gente si escribo ‘hijo de puta’ o me meto con este o aquel?”. Respuesta: la gente se ofende más si escribes “e hecho” que si pones cosas como “los de XXXXX son todos unos cabrones que merecen que los pasen por la tabla”.
Más aprendizajes: el que te escribe un día para decirte “has escrito ‘e hecho’, háztelo mirar”, se anima otro día a comentarte otra cosa. Y otra, y otra…
Más aprendizajes: al cabo de 10 correos, la persona que se paró a comentarte lo de “e escrito”, deja pasar el resto de las erratas.
Así que, espera faltas de ortografía graves en mis correos. No estarán puestas aposta, pero estarán, porque no pienso dedicar ni un minuto a revisar cosas que no te aportan valor.
Llego al aprendizaje.
Al valor.
Al consejo amigo.
Al final.
Experimenta siempre. Experimenta a tope. Experimenta como si no hubiera un mañana.
Permítete escribir “hijo de puta” o “e hecho”. Escríbelo mil veces para sacar de quicio a la gente:
e hecho, e comido, e venido, e vuelto, e mirado, e argumentado, e insultado he, independependientemente, te e tocado mucho los huevos con este párrafo.
Experimenta, joder. Que la vida son dos días.
Jorge