El otro día vi Carrie, de Brian de Palma, y flipé en colores. Aluciné pepinillos. Se me abrieron todas las chakras.
El tercer ojo, de par en par.
¿Porque daba miedo?
Nah, la peli ha envejecido muy mal, menos un susto final que me pilló desprevenido, porque de mala ya ni me lo esperaba, no vale ni para una pesadillita siestera.
No, aluciné porque la película es un compendio de despropósitos que hoy nos harían boicotearla en nombre de los derechos de los niños, las mujeres y el buen gusto.
Te resumo:
- Tras un arranque con chicas jugando (mal) al voleyball, la escena de créditos iniciales está rodada en un vestuario femenino con desnudos integrales de… chicas de instituto.
- Una profesora abofetea a Carrie porque sufre un ataque de pánico.
- Esa misma profesora le enseña también el dorso de la mano a la archienemiga de Carrie porque la chica le insulta (a la profesora, aunque esto, da un poco igual).
- El insulto es marimacho, no podía faltar un poco de homofobia en este cóctel del buen gusto.
- La madre de Carrie también la maltrata (a Carrie, se entiende).
- La archienemiga de Carrie sale con John Travolta que, tras una peleilla en la que ambos se cruzan insultos, pega una torta a la chica para apaciguar los ánimos.
- Para conseguir la sangre con la que bañan a Carrie al final, los malotes se cuelan en una granja de cerdos con un martillo tamaño gigante. La escena, que no es para nada explícita, es especialmente perturbadora vista con los parámetros de 2022.
- Los smokings de los chicos populares son azul celeste, con pajaritas enormes y camisas con chorreras.
Esta serie de atentados a la más mínima moralidad y buen gusto se perpetraron en el año de mi nacimiento (1976, no hace falta que lo busques).
¿Qué te quiero decir hoy con todo esto?
Que lo que es normal en 2022, no lo va a ser mañana. Que vaya a saber usted las cosas que dentro de unos años serán inaceptables en la vida y en la empresa.
Hace 10 años, sin ir más lejos, asistí a la última discusión a gritos de la que he sido testigo en el mundo profesional.
Muchos gritos proferidos por un señor italiano a un grupo de profesionales, muy profesionales y mucho profesionales.
A ver, estoy seguro de que esto, sigue pasando en otros entornos, pero en el mundo de las oficinas enmoquetadas, ya no sucede, me parece impensable hoy que una discusión se zanje a chillo pelado.
Otro ejemplo, va.
Hace 15, quizá alguno más, la gente fumaba en las oficinas. Fumaba mucho. Y en los autobuses de línea, pero eso no viene al caso.
Mi consejo es: aprende a discernir lo que es un comportamiento social, de lo que es un comportamiento intrínsecamente humano. Porque estos últimos, son los importantes y los que te ayudan a gestionar en 1976, en 2022 o en 2046.
Jorge
PD1. No sé, no vaya a ser que en esa época, la gente ya no necesite que le digan lo que tiene que hacer…