En El sexto sentido, un niño pequeño le dice al personaje que interpreta Bruce Willis esa frase. La gente ve lo que quiere ver.

El personaje de Willis, que como no tiene otra cosa mejor que hacer, sigue yendo a currar después de muerto, no lo pilla. A ver, Bruce Willis, que la frase era para ti. No para los otros. Para ti.

El domingo escribí un correo que sabía que iba a traer cola. Que habría quien se quedarían en la superficie.

Resumen para los que no estaban: dije que nuestra sociedad es individualista. Que tú vas a lo tuyo y yo voy a lo mío. Y que hay una relación entre el individualismo y nuestro sistema capitalista. Que la guerra fría la ganó el capitalismo y que hoy somos lo que somos por esa razón.

Que de ahí deduzcas, como me dijo un ex-suscriptor, que estoy a tope con el comunismo de la URSS… ahí, has visto lo que querías ver, Bruce Willis.

Es curiosa, la gente. Que alguien se sienta tan ofendido por lo que lee como para contártelo y luego irse. No cambiar de canal y ya. No me gusta, pues me voy.

No, no. Me regalan contenido de valor y me fijo en lo que no me gusta. Lo digo. Me ofendo y lo cuento. Te hago notar que me voy porque me molestas. Me pico y no respiro.

¿Recuerdas de qué iba mi correo del domingo? De lo hartito que me tiene lo de es mi verdad y la respetas. Pues eso.

Como esto de que no te entiendan o no te expliques o no entiendas o que el otro no se explique, te pasa todos los días, hoy, canela fina sobre comunicación, saca el boli mental y apunta:

  1. Da igual lo nítido que seas con tu mensaje, alguien lo va a malinterpretar y a entender lo que le dé la gana. Así que, esfuérzate en ser muy claro en lo que quieres contar. Fuera ambigüedades.
  2. Si no estás seguro de haber entendido bien, pregunta. Pregunta, repregunta y requetepregunta.

Corolario final: si solo estás dispuesto a escuchar a gente que va a reafirmar tus creencias o solo quieres escuchar un mensaje que alimente tu ego, puedes salir por la puerta como hizo mi ex-suscriptor.

Porque si no entiendes que liderar implica vértelas con seres pensantes y sintientes, no con borregos, no has entendido nada.

Así que, como en el fondo este suscriptor intuyó una verdad sobre mí, mi comentario no era del todo inocente, te aclaro, por si alguna vez me meto en esos temas: espera de mí una crítica despiadada del libre mercado, la política de impuestos bajos y otras creencias místicas fruto de la inspiración divina que ilumina la escuela austríaca.

Si lo que quieres es reafirmar tus ideas politico-económicas sobre estos temas, te puedo recomendar algunas webs, newsletters y canales de YouTube que saciarán tu hambre de neoliberalismo. Aquí, no la vas a apaciguar. Es más, te vas a cabrear.

¿Que si soy un rojo peligroso? El peor. Órdago a rojo.

Si eso te supone un problema, ya sabes lo que tienes que hacer: deja de leer y abandona esta página.

Pues ya está.

Si sigues, entiendo que eres de los que admite opiniones diametralmente opuestas a las tuyas, porque en realidad lo que quieres es aprender a inspirar a personas, sean neoliberales, rojos, animalistas, amantes de los toros y la caza, separatistas catalanes radicales, españolistas centralizadores, tíos de la manosfera, activistas del feminismo extremo… así que mañana nos vemos.

Jorge

Hace muchos años, una persona me habló de un relato de un ignoto escritor argentino en el que el autor imaginaba un mundo en el que los cartagineses ganaban las guerras púnicas.
¿Qué hubiera pasado?
Pues probablemente, nuestro sistema legal, sería muy diferente. Seguro que nuestro sistema de creencias, también.
Stephen King imaginó un mundo en el que los nazis ganaron la II Guerra Mundial.
En Yesterday, los Beatles, nunca existieron.
¿Sería nuestro mundo mejor si la URSS hubiera ganado? Pues mira, no.
¿Sería distinto?
Fijo que sí.
Espero haber sido claro esta vez.

Si te ha gustado, preséntame a tus amigos.