Se me olvida que no me quieres

Hoy, arranco con el título de una canción que tengo metida en una zona indeterminada de mi córtex prefrontal.

Se me olvida que no me quieres.

Sobre todo cuando es viernes.

Ah, sí, la he escuchado – pensarás. Es de Carolina Durante y Amaia.

No, amigo.

Es de un tipo muy perturbador y entrañable a la vez que se hace llamar Marcelo Criminal.

No te lo voy a recomendar, porque sé que soy un friki al que le gusta gente como Daniel Johnston, y Marcelo es del mismo palo. Hace música con una guitarra que suena mal y un Casiotone.

Mañana te hablo de la música de Marcelo, descuida.

Hoy, me quedo con sus versos.

No respondas mis llamadas.

No merezco tu atención.

Esto dice el tipo. Si lo ves, lo entiendes.

Porque el muchacho sale en los videos con un aspecto nada apetecible.

Así que habla del desamor con conocimiento de causa.

Yo he sido un postadolescente con más desamores que otra cosa, me hacían poco casito.

Aquí viene la conexión cósmica perso-profesional.

En mis primeros años de carrera en el mundo corporativo creía que mis jefes se darían cuenta del tipo brillante que soy y me acabarían ascendiendo.

Ascender rápido, vivir deprisa, ¿está bien?

En la vida, puedes ir rápido o lento. E ir rápido no es necesariamente mejor, he visto a gente estrellándose con tres churumbeles y un matrimonio desastroso que ha estado a punto de salir en las noticias.

O personas con carreras meteóricas que acabaron como el Challenger en el 84.

Lo importante es marcar tú el camino. Que no te lo marquen.

Nadie te va a ascender sólo porque seas bueno y brillante, hay algo más. Tienes que quererlo y que se note.

Si tu meta no es ascender, no pasa nada.

Pero si lo es y te lo mereces, tendrás que cambiar la mentalidad.

Y punto.

Otro consejo. Este, de regalo.

Desvincúlate emocionalmente de tu empresa. Tú, estás unido a unas personas con las que trabajas, no a una marca.

La empresa, nunca te va a querer. Nunca.

Que no se te olvide que no te quiere.

Jorge

Marcelo es friki al cubo. Mi canción favorita, te la digo mañana. Si antes quieres avisar a alguien, te dejo un botón precioso aquí mismo.

El mejor líder de la historia

Si has asistido alguna vez a un curso de liderazgo, te han preguntado esto: ¿cuál es para ti un líder que te inspira?

Ya me conoces. Ahora, si alguien me pregunta eso, le miraría desde Júpiter pensando “animalico”.

Antes, no.

Antes, elegía uno y lo compartía con el resto, como los demás.

Había quien elegía a Steve Jobs. Bueno, dejemos que la historia transcurra y a ver quién se acuerda dentro de unos años de Jobs que, por otro lado, tiene una historia personal bastante chunga y no era un líder amable y compasivo. Era un poco cabrón.

Yo siempre mencionaba a Alejandro Magno porque la historia de un tipo que conquista medio mundo y muere joven, siempre me pareció muy molona, pero Alejandro tuvo que ejercer un pelín de asesinato por aquí y de tortura por allá para conseguirlo. No nos vale tampoco.

Obviamente, el líder ideal solo existe en tu imaginación.

Los humanos, fallamos.

Hoy, si me preguntaran, diría que mi líder favorito es Corto Maltés. Sería mi modo retorcido de decir que no hay un líder de carne y hueso que resista un escrutinio medianamente serio.

¿No conoces a Corto? No sabes lo que te pierdes. Si lo haces, te enamorarás.

Pero yo soy un señoro heterosexual y machirulo. También te enamorarás y hasta dudar de tu propia condición sexual.

Eso es lo que tiene ese personaje. Es terriblemente atractivo.

¿Por qué?

Porque va por la vida creando su propia historia.

Corto nació en Venecia. La Venecia tradicional, la que ya no existe porque ha sido engullida por hordas de turistas, albergaba una tradición mágica que se remonta a la Edad Media.

La madre de Corto, adivina y medio bruja, descubre muy pronto una cosa: su hijo no tiene línea de la vida en la mano derecha.

De adolescente, Corto agarra una navaja y se fabrica una línea de la vida a su medida. Con muerte épica incluida.

Toma ya.

No me digas que no mola.

Amigo líder, querida lideresa, ya sabes lo que tienes que hacer.

No, joder, suelta la navaja, no es eso.

Agarra la vida por los cuernos y sé tú quien escribe el guion.

Esa es la única forma de aprender a liderar.

Jorge

Lo de Corto, no iba por la longitud de este correo. No todos van a ser sábanas kilométricas con japoneses abriéndose las tripas en canal.
Me ha quedado muy Mr. Wonderful este correo. Se protagonista de tu historia. Oh, ah, cuanta sabiduría.
No.
En la vida, te va a tocar hacer mierdas que te van a mandar otros. Y las harás. Pero recuerda, todo el mundo necesita que le digan lo que tiene que hacer.
Lo que te estoy diciendo es que empieces a elegir las cosas que vas a decirles tú a otros que hagan. Y que empieces a decir que no a otros, que no se va a acabar el mundo.

Aprender a delegar con las tripas por el suelo

Hoy, igual se me ha ido la pinza. Dímelo tú. Hoy, toca una historia gore.

Masakatsu Morita, no te suena de nada. No me digas que sí, que es un jugador de algún deporte raro, porque no.

Esta persona entrará en nuestra historia en un momento increíble, pero todavía la vamos a dejar en bastidores. Te digo, vas a odiar a Morita.

Antes, hablemos de Yukio Mishima. Escritor, cineasta, maestro del kendo, actor, ultranacionalista, candidato al Nobel, posiblemente homosexual, fundador de un grupo paramilitar llamado Tatenokai.

Hablaba varios idiomas, era capaz de escribir en japonés medieval y dominaba a la perfección el arte de la caligrafía japonesa.

Un Ortega-Smith de su época y geografía, pero en listo.

Igual de Mishima, sí has oído hablar. Tiene algunos libros conocidos, el hombre.

Era muy de derechas.

Mucho.

Extremo.

Tanto, que se propuso que su vida o su muerte supusieran un revulsivo para Japón y la gente se alzara para devolver el poder perdido al Emperador.

La cosa, fue así.

Corrían los locos años 70. El mundo aún no se había vuelto loco por el precio del petróleo, todo era prosperidad y desenfreno, chaquetas de solapas anchas y Roman Polansky grabando en Nueva York movidas sobre el advenimiento del Anticristo.

En Japón, Mishima, no estaba bien. Añoraba tiempos mejores. Quizá era partidario de matar chinos despacico, como hicieron los de la generación anterior a la suya. No lo sé, pero estaba intelectualmente tristón, aunque, como te he contado, el tipo hacía cosas. Muchas. Muy bien, además.

Mishima planeó largo y tendido su seppuku. Vale, no sabes de qué va esto.

El seppuku es parte del bushido. Ah, tampoco.

El bushido es el código de honor de los samuráis. Samurái, sí, ¿verdad? Vale, vale.

Los samuráis, lo del honor, lo llevan a rajatabla. Si el enemigo te pilla, antes de caer preso, mejor morir. Dónde va a parar. Una buena muerte, siempre mejor.

Eso sí, para morir con honor, tiene que doler. Hacer pupita. El seppuku, agradable, no es.

Mishima planeó su acto final durante meses. Dejó sus asuntos en orden, se dirigió a un cuartel militar con cuatro colegas de su grupo ultranacionalista para ver a un alto cargo, al que ataron en su despacho, salió al balcón y arengó a las tropas.

Como nadie le oía, entró de nuevo en el despacho del militar y se puso a tope con su seppuku.

El seppuku, sí lo conoces, también se le llama harakiri.

Es una muerte ritual. Se practica con un cuchillo con dos filos. Antes de llevarla a cabo, hay que escribir un poema y beber té. Colocarte un traje ceñido que limite la movilidad de tu cuerpo, para que, cuando procedas con la ceremonia, las tripas se desparramen donde toca, no te vayas a caer para atrás y dejarlo todo perdido de sangre.

Te pones sentado sobre tus pantorrillas. Hiendes el cuchillo en tu vientre, por la izquierda. Realizas un movimiento horizontal hacia la derecha. Cuando llegas al final, retrocedes, por eso es importante lo de los dos filos.

Espera, que no has terminado. Ahora toca ir hacia arriba desde el centro. Entonces, si lo has hecho bien, tus órganos caen hacia delante, sobre tus rodillas.

Para la ceremonia, cuentas con un ayudante que, a tu señal, acaba con tu sufrimiento, porque ese tipo de corte, no te mata al instante, no. Tu agonía puede durar horas.

Masakatsu Morita. El ayudante. El que tenía que llevar a cabo el último paso, la cagó. Intentó varias veces ponerle la puntilla a Mishima.

No lo consiguió.

Tras varios intentos, le tuvo que pasar los trastos a otro, que acabó con la vida de Mishima en un pispás.

Luego Morita, hizo un 2×1, como Telepizza, se practicó él mismo el harakiri y el otro colega, el que apioló a Mishima, le hizo un fast-track hacia la luz al final del túnel.

Si yo no fuera yo, te hubiera hablado de delegar con mierdas. Te hubiera dicho que identifiques cómo es la persona, si está motivada, si tiene el conocimiento…

Te hubiera contado una historia de pájaros y flores.

Pero yo, soy yo y te digo: Morita, era un tonto motivado. Un tío voluntarioso que, a la hora de la verdad, mete la pata hasta el fondo.

Me imagino que, en sus últimos pensamientos, Mishima tuvo que sentir una tristeza infinita. Él, un tipo recto, exigente, perfeccionista, que se sabía un fuera de serie… en manos de un chapucero que metió la pata en un momento así.

Te dirán que hay que delegar, es verdad. En la vida, delegas cosas.

Pero hay cosas que es mejor que, o no las delegues, o te asegures de que el que las hace, es mejor que tú en el asunto.

Jorge
Si tienes algún amigo amante de Japón y sus movidas, es tu momento. Pásale esto de mi parte. No sé por qué Japón fascina tanto a algunas personas, yo, cuanto más conozco de la cultura japonesa, más marcianos los veo.
Decía mi abuelo (y el tuyo) que de buenas intenciones están llenos los cementerios. Mishima lo que quería, era llegar antes, también te digo.
Mishima hizo un “me pico y no respiro” épico.
Ojo con los bienintencionados, porque ellos heredarán las posiciones de management.

Me hago youtuber


Me hago youtuber

nov 24, 2022

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Ya tengo pisito mirado en Bahamas. Andorra es para pobres.

Hoy el correo va a ser corto, porque ayer Robert y yo estuvimos hablando un rato y lo grabamos para ti.

El video es muy amateur, más todavía que los de esas webs que tú no visitas.

Probablemente está mal iluminado, con un sonido regulero y una edición literalmente inexistente. Y es que, al terminar, Robert dijo Lo subo. Y lo subió.

Y es que, ¿qué mejor lección de un pequeño emprendedor a un tipo curtido en grandes corporaciones que pasar a la acción y probar? Solo por eso, te deberías ver el video.

Ojo.

Una hora y veinticuatro minutos. 1:24. Telita.

Va, para que no te pierdas, te lo pongo fácil:

  • En el minuto 6:15 entramos en harina y te contamos de una forma que entendería un niño de 6 años, qué es estrategia y que no, para que no te la den con queso por ahí.
  • En el 9:26, hablamos de métricas ocultas que no conocemos pero que, si actúas como si las conocieras, te quitarán años de miedo de encima.
  • A partir del 14:50, te decimos el número de métricas que tienes que considerar para gestionar tu negocio. ¿10? ¿20? Mira y llora.
  • ¿Para qué quiero una estrategia? Mírate el 25:40 y dime si no merece la pena tenerla.
  • Solo 5 minutos después, una técnica muy potente que puedes aplicar para entender tu negocio y su evolución.
  • Allá por el minuto 36, me verás explicar el motor de cualquier negocio. De cualquiera. Y cinco minutos después, mierdas que tu cliente no quiere. Y seguimos hablando de las mierdas que añaden las grandes compañías a sus operaciones. Escatología empresarial fina, fina.
  • En el minuto 46:50, una suscriptora de esta newsletter se reirá de mi. Y te contamos como la geopolítica de los 60 ha influido la manera de gestionar compañías para mal.
  • ¿Cómo planifican su estrategia las grandes compañías? Se hizo esperar una horita. Y, sí, hablamos de pasta.
  • Y, 10 minutos después, el motivo por el que todo el mundo te pide datos, pero luego la cagan al usarlo. Salen temas de estos que molan. Buyer persona y mierdas de estas.
  • Luego, una última reflexión sobre la competencia y por qué es buena para ti y por qué deberías hacer justo lo contrario de lo que te recomiendan. Ah, y mencionamos a Antonio Resines y cómo te habla de estrategia en tu cara.

Pues ya estaría.

Si te ves el video, dime que tal. No me cuentes que salgo todo el rato mirando para arriba, de eso, ya me he dado cuenta.

No te lo volveré a repetir

Tengo dos hijos. En realidad, esta frase, es una mierda. Debería decir: he concebido dos hijos.

Vale, ya sé lo que estás pensando. Espera.

Creo que he ayudado a concebir dos hijos, aunque no tengo una prueba de ADN que lo acredite.

¿Contento?

Como sigamos así, hoy no acabamos el correo.

Pues mis hijos son muy distintos entre sí.

Ayer la pequeña se vino conmigo a hacer los deberes. Yo hacía la comida, ella los deberes de inglés.

Es algo que sucede casi todos los días y que me juego lo que sea a que tú has hecho con los tuyos, si los tienes.

O lo harás.

Igual piensas que no, que les vas a dar autonomía y Montessori y cosas.

Lo harás.

Tenía que traducir unas frases. Empezaba con la primera.

Preguntaba cada frase. Cada palabra.

-Entonces, esto es así, ¿no? Y esto otro, ¿cómo se dice?

-Lo tienes en el cuaderno, búscalo.

-No, en el cuaderno no está.

-Búscaló que sí está. Que la profesora te pone ejercicios de cosas que ya habéis visto en clase.

-¡Que no está, que lo he buscado!

Sigh (esta es la onomatopeya para un suspiro, puedes buscarlo si quieres).

Miradita en el cuaderno, comprobación y retomo la conversación.

-Está. Búscalo.

-¡Que no está!

Por supuesto, estaba.

Pues así 30 minutos, hasta que ya mi cerebro colapsó.

Como siempre, acabé diciéndole que yo no podía hacer los deberes por ella, que pensara las cosas un poco, que leyera bien, que ya valía, que no podía estar preguntándome cada palabra de cada frase.

Cogió el cuaderno y se fue a hacer los ejercicios a su cuarto, claro.

La lección de hoy podría ser esta: muchas veces en la vida nos autolimitamos y no vemos la respuesta a nuestros problemas delante de nuestras narices.

Podría.

Pero no.

Hoy te hablo de otra cosa, de esa perseverancia infinita que tienen los niños y que van perdiendo por el camino.

¿Qué te crees que hizo mi hiza mientras yo seguía aliñando la ensalada y poniendo la mesa?

Abordar a su hermano.

En la vida está bien saber cosas. Pero mantener esa capacidad de pedir ayuda a los que saben… Eso no tiene precio.

No la pierdas nunca y no dejes nunca de pedir ayuda a los que pueden dártela.

Jorge

Son tres cosas. Saber quién te puede ayudar. Pedir ayuda. Seguir insistiendo.
La primera, se hace más difícil conforme avanzas en tu carrera profesional, porque algunas personas se vuelven un poquito hijas de puta al recorrer la senda de la ascensión corporativa. Otras no tendrán ni idea. Unas pocas, te ayudarán. Otras no querrán ayudarte.
Es a esas. Localízalas y pídeles ayuda.
Insiste, persiste, persevera, sé pesadísimo.
¿Ya has comparido alguno de mis mensajes? Pues no sé a qué esperas. Yo voy a seguir pidiéndote cada día y te veo ahí, leyendo sin dejarte ni uno. Lo del asunto, era mentira. Te lo voy a repetir en cada línea. Ya sabes. Comparte, joder.
Hola amigo al que le han enviado este mensaje, aquí abajo tienes una caja para apuntarte. Es solo para los nuevos.

¿Te paras a escuchar a los músicos callejeros?

Cuando vivía en Madrid, tenía un pasatiempo en el metro por las mañanas: observar a la gente. Vale, ahora seguro que piensas que soy un psicópata de manual, un tipo con gafas de pasta que lleva una pala y un bote de cloroformo en el maletero, por si acaso.

No, no iba por ahí.

Me resultaba muy curioso ver esa mezcla de sueño, mala leche, prisa y misantropía.

La gente caminaba rápido, con cara de pocos amigos, empujando a todo aquel que se interpusiera en su camino.

Yo, si podía, iba más despacio. Observaba. Veía a alguna persona con aspecto de haber cruzado el Atlántico para encontrar una vida mejor cabeceando, y me asombraba cómo era capaz de despertar justo en su parada.

O a gente disputándose los asientos vacíos como si les fuera la vida en ello.

Mi momento favorito era cuando aparecía un músico callejero. Ver las caras de molestia de la gente.

Un día, entraron dos chicos, cantaron una versión del Despacito y… se pusieron a rapear. A improvisar rimas sobre los que estábamos en el vagón.

Ese día, volví más contento a casa. Todos lo hicimos.

Había otros músicos. De esos que se ponen en la mitad de un pasillo larguísimo. A esos, por la mañana, temprano, no se paraba nadie a escucharlos. Jugaban la baza de que la música se oía desde centenares de metros.

Había algunos que conseguían algo: que la gente, al pasar, se detuviera, unos segundos solo. O que girara la cabeza.

Pero era muy raro que alguien echara una moneda.

Más extraño aún que alguien se parara delante del músico. Aunque fuera un par de minutos.

Cuando empecé esta newsletter, no sabía lo que pasaría. Ni idea. ¿Gustará? ¿Aburrirá? ¿Espantará?

Ahora ya llevo unos cuantos meses de mensajes. Cada día.

Y, te digo una cosa.

Casi todo el mundo, hace como la gente del metro.

Lee.

Gira la cabeza.

Alguno, se marcha.

Unos pocos, se paran a hablar.

Esos, repiten.

De esos, algunos van a coger a sus amigos del brazo y les van a decir: ven, párate a oír esto.

Los músicos callejeros, lo tienen crudo: casi nunca repiten pasillo.

La lección de hoy es esta: insiste, persiste, tú dale a tu idea. La gente va por la vida pensando en sus historias, con los auriculares puestos, viendo a cientos de personas alrededor, mirando el móvil, viendo los anuncios o las cafeterías.

Da igual que toques que te mueres.

No te van a oír.

Pues tu equipo, igual. Tu cliente, igual. Tus jefes, igual.

Insiste.

Sé la puta gota malaya.

La mosca cojonera.

Cree en ti.

Repite.

Cree más fuerte.

Vuelve a insistir.

Hasta mañana.

Jorge

No te líes, este mensajees para ti. Puedes creer lo que te digo, o tirar la toalla. Tú mismo. Puedes tirar la toalla, claro. Pero si no has insistido 1.000 veces, no lo habrás intentado suficiente.

Ríete tú de los trabajos

Es viernes y toca ver la vida con algo de humor. Acabo de realizar un experimento científico de gran rigor: he googleado beneficios de la risa.

Los resultados ofrecidos, de fuentes tan fiables como doctoraki.com, sabervivirtv.com o 20minutos.com, son claros, la risa es la leche.

Pero esas eruditas fuentes no eran suficiente para mí, así que he profundizado más, asomándome a los resquicios de la darkweb y he llegado a la web de la Clínica Mayo, que remata su artículo sobre el tema con un párrafo con un encabezado inapelable: la risa es la mejor medicina.

Voy a reproducir un par de párrafos del artículo, lo primero es porque así me ahorro escribir, lo segundo porque me parece todo de un nivel…

  • Estimula muchos órganos. La risa mejora la toma de aire con alto contenido de oxígeno, estimula el corazón, los pulmones y los músculos, y aumenta las endorfinas que se liberan en el cerebro.
  • Activa y reduce la respuesta al estrés. La risa desenfrenada enardece los ánimos y luego reduce tu respuesta al estrés, y puede aumentar y luego disminuir la frecuencia cardíaca y la presión arterial. ¿El resultado? Una sensación agradable y relajada.

A ver, a ver, a ver.

¿Cómo que estimula muchos órganos? Que sois una publicación seria… ¿Cuántos órganos tengo yo? Porque pensaba que se podían contar con los dedos de la mano.

Y luego lo de enardecer los ánimos…

Claro, entonces te das cuenta de que el texto ha sido creado precisamente para producir la risa en el lector, otra explicación no le encuentro.

El caso es que mi búsqueda ha sido productiva, todas las webs serias y sesudas antes citadas coinciden, reír es bueno.

Así que yo, intento reírme mucho.

Y que te rías conmigo, claro.

Afortunadamente nuestra selva enmoquetada está llena de personajes histriónicos, incoherentes o, simplemente analfabetos emocionales que llenan la agenda diaria de situaciones absurdas, hilarantes o, simplemente, surrealistas.

Gente que te recuerda que, a nada que te esfuerces un poco, te abstraigas de ese entorno y mires con un poco de perspectiva, dejes de reír los chistes sin gracia de alguno y generes tus propias sonrisas en otros, estás en el camino del éxito.

Lee el último párrafo tranquilamente de nuevo, anda: tiene más chicha de la que parece.

Generar tus propias sonrisas en otros, requiere esfuerzo, cariño, preocupación, empatía.

Hoy sal ahí fuera y consigue sonrisas.

Jorge

Ayer publiqué en LinkedIn, una red seria y profesional, un mensaje escrito en 30 segundos diciendo hola, con un gif de un gatito saludando. Pues me han pedido contactar 5 personas que han leído ese mensaje. Esto te debería haber hecho gracia y dado motivos para la reflexión, todo en uno.

Si quieres más de esto cada día, vente a mi mundo