Hoy, todo lo que necesitas saber sobre qué hacer para que una inteligencia artificial no te quite el trabajo.
¿Conoces la obra de Jackson Pollock? Igual si no has nacido en Nueva York, Los Angeles o Carabanchel, no mucho.
Pollock es el Dalí americano. Aunque Dalí, igual no es el mejor ejemplo, porque vivió en América, donde se hacía llamar Avida Dollars.
Lo cual es un anagrama de su propio nombre.
Ya sabes, como Tom Riddle, que era un anagrama de Voldemort.
Lo de Avida Dollars quizá era un hecho no muy conocido hace unos años, pero hay un disco de C. Tangana que se llama así.
Pues nada, hemos pasado de Pollock a Dalí, Voldemort y Tangana en solo unas frases. Sigue el carrusel. [A ver si meto Blade Runner].
A principios de siglo se vendió un Pollock por 140 millones de dólares. A Dalí le hubiera dado un parraque.
Pollock era un tipo digamos dificilillo. Alcohólico, palmó con 44.
Hay rumores.
Rumores que dicen que la CIA, el gobierno de EEUU o los illuminati impulsaron la carrera de Pollock en un contexto en el que el mundo estaba a punto de autodestruirse por un quítame ahí esos misiles.
La URSS había liderado hasta entonces las vanguardias artísticas y el la época, el constructivismo, lo petaba.
No sé si tienes en la cabeza alguna obra de arte constructivista. Te cuento: líneas rectas, formas angulosas, colores básicos (rojo, amarillo, azul, blanco, negro).
Todo muy ordenado y muy alineado con la doctrina. Ya sabes, estos tíos te mandaban a un gulag si te salías del carríl.
Pollock no era así. Era un tío que aprendió que se podía pintar sin pinceles. Chorreando pintura sobre un lienzo.
Así, a lo bruto.
Colores a tope.
Manchas de pintura. Gordas. Con textura.
Pero esta no era parte de valor. ¿Qué te creías?
No, esto es liderazgodelbueno.com, amigo.
La historia de hoy, empieza aquí y mola más.
Hay máquinas.
Máquinas que son capaces de pintar como Pollock. Hay vídeos por ahí, las puedes ver.
No son máquinas sofisticadas, inteligencias artificiales ni chorradas.
Son máquinas con engranajes y poleas.
Tienen dos ejes y cubos de pintura que se van desplazando y vertiendo color por el lienzo.
A tope.
Indistinguibles de un Pollock auténtico para el ojo no entrenado.
Ahora.
140 millones de dólares.
Por un cuadro.
Que puede pintar una máquina en un ratito… Una máquina que te puedes construir tú.
Y tus redes sociales llenas de cuadros pintados por inteligencias artificiales. Hasta arriba de textos creados por inteligencias artificiales.
Yo no sé cuándo sucederá. El momento en el que dejarás de distinguir a la máquina del ser humano.
Cuando pasen el test Voight-Kampff sin que te enteres.
[Así es cómo se hace].
Sé una cosa.
Por qué nos siguen molando los cuadros de Pollock.
Porque, cuando los ves, no piensas en una máquina moviéndose arriba y abajo.
Piensas en un tío borracho. Apretando el tubo de pintura con rabia. Extendiéndola con las manos. Pringándose el puto alma para expresarse. Eso es lo que ves.
Ahora, quieres liderar. Que es inspirar a otros para que hagan lo que tienen que hacer. ¿Les vas a convencer solo con tablas Excel y PowerPoints?
Ni de coña.
Les vas a influir desde las tripas.
Como Pollock.
¿Quieres liderar?
Pórtate como un humano, joder.
Déjate el alma y la piel.
Vive.
Jorge